Capítulo 5

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La isla

MARISA

Algo húmedo toca la punta de mis pies, solo dura un instante antes de secarse completamente, bajo mi mejilla siento pequeñas piedritas encajarse en mi piel, y mi espalda me arde. Confundida abrí los ojos lentamente dejándome ciega con toda la luz que hay, parpadeo varias veces antes de poder lograr enfocar mi alrededor.

Lo primero que veo es la arena blanca de una desolada playa de aguas cristalinas para luego volverse un azul cielo, cerca se ven manchas azules cobalto lo que me da entender que pueden ser arrecifes, luego girando un poco veo el mar azul que se confunde con el cielo, debes de volver a verlo para poder diferenciar cuál es cuál.

Al lado contrario hay una especie de ¿Selva? Frunzo el ceño sin entender en dónde rayos me encuentro, pongo una mano en la arena para levantarme, me doy cuenta que me tiembla demasiado y no soporta mi peso corporal, por lo que vuelvo a caer de cara contra la arena.

Giro sobre mi propio eje quedando boca arriba mirando al cielo, cierro mis ojos tratando de controlar mi respiración ya que la tengo agitada. Me tomo varios minutos en la misma posición esperando el permiso de mi cuerpo para levantarme, el suave oleaje de las olas tocó la punta de mis pies, el sol está más que ardiente y no hay nada de viento que me ayude a neutralizar mi piel quemada.

-¡Vamos Marisa! ¡Arriba! – me echo ánimos logrando sentarme.

Quedé frente al mar, las pequeñas olas rompen en la orilla dándome a entender que es una playa virgen, pues no hay nada de suciedad, ni basura, tampoco parece ser que ninguna persona la haya tocado. Eso despertó mi curiosidad, ¿Qué hago aquí?

Me quedo mirando al mar esperando a que él solo me responda, ¿Por qué no recuerdo cómo llegué a este lugar? Soy consciente de cómo me llamo y que tuve un accidente aéreo, sólo que...

Los fragmentos de recuerdos llegan a mi como bomba, debo de tomarme la cabeza con la punzada de dolor que me da, la discusión... la tormenta... la separación de los siete... Santino... El imbécil de Fonfe y por último, mis deseos de morir.

Doy una ojeada por el lugar antes de regresar a la misma posición, entonces ¿Al final si se cumplió mi petición de morir? Esto es el paraíso sin duda, demasiada paz no es normal y más considerando la mierda de semana que he tenido.

Intenté ponerme de pie, pero las piernas me fallaron ¿Por qué estoy tan débil?

Me hinco esperando obtener la suficiente fuerza para pararme, poco a poco voy haciéndolo buscando al San Pedro, se supone que cuando llega el santo es quien me da paso al cielo, ¿No?

-¡San Pedrooo! ¡He muerto, ven por miiiiií! – grito alzando los brazos.

Quedé como estúpida al no recibir respuesta de nada.

-¡Se le han quemado los frijoles! Por eso no viene – dije comenzando a caminar lentamente por la playa.

De repente, mi estómago suelta un quejido tan fuerte que me obligó a detenerme y abrazarme, hasta en el paraíso hay que comer, madre mía. Busco en los alrededores algo que comer, la ventaja de esto es que ya no hay pescado crudo y por algún lugar, con suerte, encontraré algo de fruta.

Los ojos me brillan como nunca cuando encuentro una palma baja con una rama de plátanos listos para comer, camino a paso apresurado mientras oigo a lo lejos: "Cómeme, cómeme"

¡Claro que lo haré!

Me cuelgo en la palma empezando a tratar de llegar lo más rápido, estoy hambrienta y débil suficientes factores para estar desesperada. Conforme voy subiendo la palma se va bajando a un lado tensándome al momento, ya casi llego, solo un poco más. Salto arrancándole la rama entera de plátanos, solo que no calcule bien y ahora que no estoy sobre la palma esta se vuelve una catapulta mandando mi comida lejos de mí y para acabarla yo caigo de espaldas en la arena.

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora