Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️

Capítulo 22

La aldea de los siete ancestrales

MARISA

Para este día, nuestro refugio comienza a dar resultados, fue todo un show a la hora de poner el piso sobre el árbol, escogimos uno que justamente estaba frente a la playa con un amplio espacio en la parte de arriba para poner un piso, usamos cuerdas que amarramos a los extremos y usamos nuestra fuerza para subir el piso, resultó ser muy útil nuestra fuerza sobrenatural, amarramos el piso y de mínimo ya podíamos dormir ahí.

Más tarde, mientras cargo con unos palos que me encargó Adrián alcanzo a ver a Bedelía plantar sus jitomates en un lugar cerca, además que usa palos que entierra para poner sobre aviso donde es un nuevo huerto, me da mucha ternura la verdad, sigo caminando pero con la imagen de ella plantando, Dely es la más pequeña de nosotros y por lo tanto, la más tierna y dulce.

Estos momentos son los más cansados que he hecho en mi vida, literalmente siento las cascadas caer de mi frente, todos tenemos la piel brillante por el propio sudor. Ya con el piso instalado construimos una base en la cual la usamos para poner los troncos o cosas y las subimos con las sogas. Fonfe y Adrián son los que tiran de las sogas, lo suben lo bastante cerca para que yo y Lorcan podamos recoger los troncos y poder ponerlos en otro lado. Abajo las chicas y Santino son los que reciben la base y ponen más troncos. Definitivamente un gran trabajo en equipo.

Cuando los troncos que necesitamos están arriba los chicos de abajo comienzan a buscar hojas de palma que necesitaremos. Mientras los que estamos arriba empezamos a montar las paredes, es de una sola planta, pero es espaciosa a lo largo. Adrián me carga en sus hombros para poder llegar arriba mientras Fonfe y Lorcan sostienen el tronco.

Después rellenamos las paredes con la poca soga que disponemos, no insertamos un tronco por para usarlo como barandal. Hubo una pared en la cual no pudimos ponerle "pared" a falta de material ni tronco, por lo cual la dejamos libre.

Lorcan sugirió que la dejáramos así y la tapáramos con palmeras en las noches para que no nos entre tanto el frío, hablando de palmeras, un chiflido de abajo nos llama la atención, nos asomamos y vemos a los chicos arrastrar varias palmas. Las subimos y acomodamos en donde no estorben. Cuando suben todas nuestras cosas es cuando el ocaso comienza con su gran espectáculo que nos regala cada día.

Hoy será la primera noche en la que dormiremos sobre la nueva construcción que con cada día va tomando forma, dormiremos incómodos por dormir sobre el piso, pero no podríamos pedir nada más. Por fin puedo dormir tranquila sin que nadie entre a mis sueños, bueno en términos generales. Pues estaba soñando con el italiano y cuando me iba a besar su rostro se transformó en otro que me niego a decir quien es.

Abro los ojos de golpe interrumpiendo esa pesadilla, inconscientemente miro a mi lado derecho, donde reposa el susodicho culpable al cual no soporto ni dormido, ni en mis sueños estoy a salvo de él, aun no entiendo como es que cada día duerme a mi lado, sino nos soportamos despiertos. Dicho beso empieza a taladrar mi mente y es cuando lo pateo, el francés se despierta de golpe y alza la mirada a mí claramente molesto y confundido.

-¿Qué carajo...? – susurra.

-Te patee ¿Te dolió o tengo que volver a golpearte? – como estaba acostada de lado lo escucho como se da la vuelta y supongo que aún sigue mirándome en busca de una explicación, pues su mirada es pesada y agradable... desagradable, eso quise decir.

-Vete a la mierda – susurra, le ruego a mi cuerpo que no sonría, pero me traiciona.

Pasan los minutos y lo escucho moverse, el sueño no vuelve a venir a mí, más al rato escucho jadeos y uno que otro gemido, lo cual me hace abrir los ojos confundida, a quien sea que esté haciendo algo de mayor de 18 lo voy a matar. Me levanto dispuesta a amonestar a esa persona, pero me congelo al ver otra cosa diferente, es Adrián el que hace esos sonidos, pareciera que estuviera teniendo una pesadilla. Hasta asusta.