Capítulo 4

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Tormenta

MARISA

La idea fue bastante buena, a decir verdad, recorrimos más en poco tiempo y con menos esfuerzo. Cuando el sol comienza a bajar los delfines le indicaron a Santino que los liberen, eso hacemos y dejamos que se pierdan por el océano. Mientras nosotros nos preparamos para irnos a dormir.

Al parecer Adrián será el que hará guardia hoy, pues se pone en la misma posición que estaba Santino ayer, mientras que yo me ubiqué a lado del italiano.

Pasan creo que minutos y por fin la noche cae, quedé deslumbrada con el magnífico espectáculo que ofrece el cielo estrellado, tanto que prefiero desvelarme y ser testigo de aquellas chispas que adornan el cielo. Pienso que al estar un lugar alejado de la civilización puede verse con claridad todas las estrellas, es más, pueden verse las fugaces, ayer no les había puesto atención que merecían.

- Es hermoso ¿Cierto? – me susurra Santino.

- Por supuesto – digo casi sin aliento.

- Mi padre solía decir que las estrellas eran los momentos felices de todas las personas del mundo. Me contaba que existía una vieja historia familiar en la cual decía que cuando una persona alcanza la verdadera felicidad se crea una estrella en el cielo y en ella se grababa el momento y la persona que causó dicha felicidad – sonrió y lo miro fascinada, él también me devuelve la mirada. – Un poco fantasioso, ¿No crees? – arruga la nariz.

- No, no creo – imito su misma mueca, arrugué la nariz. - Entonces el cielo debe de tener infinidad de estrellas – vuelvo la vista al cielo.

- Por eso mismo el universo está lleno de infinitas estrellas – no lo veo, pero siento su mirada en el perfil de mi rostro.

- El universo debe de estar enojado conmigo por crear tantas estrellas – bromeé.

Santino está a punto de hablar, pero es interrumpido.

-Ustedes dos – susurró Adrián, los dos lo miramos esperando a que hable. – Vengan tengo que hablar con ustedes.

Nos levantamos para sentarnos cada uno al lado de él.

- Hay un secreto entre ustedes dos – dijo sin rodeos, abro los ojos grandes mirando a Santino, este se mantiene serio. – Tiene que ver tanto con la ballena como con los delfines, creo que sé lo que pasa, pero quiero que lo digan. No quiero presionarlos ni nada, pero me gustaría saber qué se traen entre manos.

-Las estrellas están... - intenté cambiar de tema, no conozco a Santino lo suficiente para saber si quiere contarlo o no.

-Marisa déjalo, no pasa nada – me corta Santino. – De algún modo puedo saber lo que piensan los animales y ellos pueden escucharme como si fuera algo telepático – susurró para evitar ser escuchado por los demás.

-Ya lo presentía – dice Adrián. - ¿Desde cuándo puedes hacer eso?

-Pues prácticamente desde que pasó el accidente.

-¿Me estás diciendo que el accidente de algún modo te ha otorgado esto? – trato de aclarar. – Eso quiere decir que todos nosotros – nos señalo continuando con los susurros. – También nos ha cambiado o son alucinaciones mías.

- Yo no creo que haya sido el accidente – nos dice Adrián.

-¿Entonces? – pregunto totalmente perdida.

-Tengo la teoría de esto, fue – señaló la piedra que tengo en la clavícula. – A todos se la he visto y yo recuerdo que antes del accidente no la tenía. Solo que no sé cómo llegó a mí. Deduzco que tú tampoco la tenías – le dice a Santino, él niega confirmando la teoría de Adrián.

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora