Capítulo 40

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Escondidas

MARISA

-¡DIJE QUE NO QUIERO HABLAR CON NADIE! – grito con todas mis fuerzas dándome la vuelta de golpe, las nubes que cargan con la energía, retumban con fuerza indicándome que tal cuál este mi humor, las nubes lo reflejarán.

-¿Desde cuándo me importa lo que tu digas? – replica con desdén el francés, ¡En verdad que no lo aguanto! ¡Es peor que una espinilla a punto de reventar!

-Es mi última advertencia – sentencio con seriedad, si dije que estoy furiosa y quiero estar sola ¿Qué le cuesta?

-¿Por qué estás enojada? – esa pregunta solo me pone de peor humor.

-¡¿Y A TI QUÉ TE IMPORTA?! – bramo y un rayo cae en el océano, haciendo que el agua se levante por un instante y el estruendo que emite haría que atemorice a cualquiera, pero este francés de pacotilla, no muestra de algún miedo, solo mira detrás de mí desinteresado.

-¿Tienes idea de cuántos peces o arrecifes mataste por un capricho? Otra vez – ¡Se acabo!

-¡ESTOY HARTA DE TI! – lo empujo con las manos mandándolo a volar varios metros, pero claro el maldito pone un campo de fuerza para bloquear su golpe contra un árbol.

Escucho los susurros de la energía, Uslar tenía razón al decir que tener este poder te hace sentir supremo, la electricidad que recorre mi cuerpo es la mejor sensación que he conocido. Sé que esa energía contenida en mi pequeño cuerpo quiere salir, al igual que siento como la tormenta que tengo arriba quiere desquitarse con cualquier cosa, es difícil mantenerse cuerdo cuando lo único que quieres es destruir lo que se te ponga en frente, bien lo decía el gato:

"Nuestro poder tiene dos caras de la moneda y sea la situación que sea, no dudes en usarla"

Si así se siente tener los poderes incompletos no quiero ni imaginar, cómo se sentía Uslar con el poder completo.

-¡¿Terminaste tu berrinche?! – ese francés quiere morirse ¿o qué?

-Cuida tu tono – le advierto, no me había dado cuenta que los rayos caen en mi cuerpo desde el cielo, es por eso que sentía una gran satisfacción. Corto la circulación y camino al francés decidida a que se vaya, a las buenas o a las malas, que él decida.

-Eso es lo que veo, te enojas y vienes a esta parte de la selva a sacar chispitas de los dedos ¿Tienes idea de lo infantil que te ves ante mis ojos? – hago que un rayo caiga sobre él, pero el estúpido pone un campo de fuerza protegiéndose. - ¿Es todo? Esperaba una chispa más grande.

Grito mientras dejo caer otro rayo más fuerte que el anterior, él lo esquiva y solo me da más coraje.

-Débil – dice.

Otro rayo.

-Patético.

-¡Patética tu abuela! – antes de que yo misma le tire uno de mis manos, pone su escudo. – Tú te lo ganaste – camino impotente a él, el maldito da unos pasos atrás antes de convertirse en animal y correr a la selva, ¿Ahora quién es el cobarde?

Antes de que se meta entre los árboles dejo caer un rayo, logra esquivarlo y el impacto contra la tierra vuela rastros y tiembla. Al estar del otro lado me bloquea la vista logrando perderlo, si cree que no lo voy a encontrar y salvarse de mis rayos le funcionará, está muy equivocado.

-¡Sal de tu escondite, hijo de puta! – grito, escucho su risa dentro de mí cabeza y solo me enfurece más. - ¡Cobarde!

-«¿Te apetece jugar?»

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora