Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️

Capítulo 38

Una misión: acabar con los isleños.

MARISA

Los siete caminamos en línea recta esquivando los obstáculos que se nos entromete, tenemos en común todos un rostro de seriedad, empezando por Santino, Azalea, Lorcan, Bedelía, Adrián, yo y por último Lucien. Caminamos con seguridad, nadie carga armas más que yo, si es que mi vara de madera se puede considerar como uno, simplemente con nuestros poderes y su habilidad de transformarse en animales nos bastará. Cada uno sabía lo que nos esperaba desde que despertamos, al llegar al campamento y contarle lo que habíamos descubierto, el español exigió que lo lleváramos al lugar, así fue, solo fuimos nosotros tres (Fonfe, Adrián y yo) quería ver en persona el lugar para idear un plan.

Y aquí estamos, seguimos andando hasta que prácticamente al mover un par de hojas seremos visibles.

-¿Todos listos? –pregunta Adrián, es el primero en detenerse, Lorcan se frota las manos con emoción intentando contenerse, al menos fue primero en apuntarse para darle una lección a los isleños.

El viento comienza a llegar indicando que nos respaldará, también vemos las ramas de los árboles desalinearse indicando que siguen fielmente a Azalea, las manos de Bedelía se incendian y el español voltea a vernos a los dos restantes, no sé qué hace Fonfe pero yo simplemente saco chispas de mis dedos, escucho los susurros de los truenos a lo lejos, le pedí a Lorcan que trajera la tormenta.

-Siete atacan – empieza a decir repasándonos a cada uno de nuevo. – Siete regresan al refugio vivos ¿Todo claro con sus posiciones?

Asentimos, ush, eso significa tener los ojos de Lucien todo el tiempo sobre mí, pues él tiene la tarea de protegerme en caso de que lo necesite, si él no puede lo comunicará al que esté más cercano. Me agrada en parte de que quieren cuidarme a como dé lugar, pero me bajan autoestima, mis poderes son los más fuertes y peligrosos, sé que soy capaz de defenderme sola y en caso extremo los rayos de arriba están fielmente entregados a mí.

Con un leve asentimiento nos manda a nosotros por un lado y a otros por el otro. Bedelía será la primera en atacar, se acerca con sigilo detrás de una de sus chozas construidas improvisadamente, para ser isleños y criaturas que solo se ven en los cuentos son igual de capaces que nosotros para construir su aldea, para suerte de nosotros las construyen de madera, eso nos da ventaja teniendo a Bedelía.

Lucien y Lorcan vienen conmigo transformados en animales, literalmente nosotros daremos la cara por los siete, cada uno se pone a un costado y a la señal de Adrián nos movemos al centro de la aldea. Los demás corren a sus posiciones empezando a utilizar sus poderes para sembrar el caos, solo que yo pedí hacer un acto de drama y me sorprendió que me lo concedieron, por ello camino junto a mis guardaespaldas, detesto que sea lo que sea que estén cocinando huele muy bien y mi estómago traicionero me bombardea y a la vez me desconcentra.

De la aldea que puedo decir, es muy grande, ahora entiendo por qué son tantos isleños, lógicamente todo de aquí nos duplica de tamaño, hay un gran pasillo largo –donde la puedo comparar con una avenida principal de una ciudad– de tierra, antes de que la misma se abra en un círculo donde en su centro hay una fogata, al parecer todo están en el círculo porque caminamos un buen tramo de casas y nadie ha venido a recibirnos, nuestros pasos son algo ruidosos para nosotros que estamos aquí, pero si una persona está a al menos de un metro posiblemente no nos escucharía, todo de aquí es tierra y de la muy suave.

A lo lejos los veo que se mueven de un lado al otro como si nada, aun no somos vistos, no creo que esas criaturas se den cuenta de nuestra presencia por nuestro olor, pues el suyo es tan fuerte y penetrante que pasa desapercibido el nuestro. Solo que uno de ellos nos ve a lo lejos y es quien alerta a los demás, se siente un ligero temblor cuando se mueven todos al mismo tiempo de un lado al otro buscando sus armas, mientras que nosotros seguimos nuestro rumbo igual de calmados.