Capítulo 32

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Penúltimo

MARISA

Al amanecer lo que hicimos fue desayunar rápidamente antes de ponernos manos a la obra, todos a excepción de Azalea, quien sigue dormida, los chicos dijeron que puede ser normal, depende mucho del cuerpo, puede que le haya pasado como a Lorcan que le costó una semana para volver a la vida, o cómo Bedelía y Adrián que se recuperaron inmediatamente.

Yo la verdad tenía miedo, las palabras siguen frescas en mi mente: "Todos pasarán por lo mismo", aunque no se sabe cómo actuará en mí, es feo que tenga límites por mi piedra incompleta, ahg, ¿Por qué se tuvo que perder mi otra mitad?

Volviendo al tema del refugio, se me hizo extraño que Lucien apareció, de hecho, despertó junto a nosotros –particularmente a mi lado– cuando decidimos dormir sobre la arena, no fue lo más sensato, pero al menos no pasó nada de peligro.

Nos dividimos, mientras unos recogimos alrededor el desastre de ramas rotas y otros repararon el refugio y pum, como nuevo, ese fue en resumen nuestro día.

Al día siguiente, todavía ni amanecía cuando Santino me despertó muy, pero muy temprano, pestañeando y literalmente corriendo automáticamente me arrastró por media isla hasta llegar a una parte de la montaña con una pared de rocas gigante, al llegar ahí eso me despertó inmediatamente, lo volteé a ver con un dedo alzado.

-Ni se te ocurra - le advierto. - No pienso matarme de una caída de más de 100 metros - exagero la cantidad de metros de esa pared, pero bien merecido, casi, casi tendríamos que llegar a la cúspide de una de las montañas.

-Ándale, escuché que ver los amaneceres a esa altura son los mejores del mundo y yo sé que te mueres por idolatrar uno - tuerzo la boca con lo último, tan poco tiempo y conoce pequeños detalles a la perfección.

-No confío en mi cuerpo para llegar a la cima - le digo la verdad, mientras mis ojos repasan la rasposa e insegura pared. - No tenemos protección y sé que me caeré después de subir dos metros - ni con toda la fuerza que adquirí gracias a las piedras, no me creo capaz de llegar a más de 10 metros.

-Claro que tienen protección - habla una tercera voz, me vuelvo a hacia el origen y veo a Karlam llegar con sus mismos pasos elegantes y silenciosos. - Me tienen a mí y no es una montaña de 100 metros, cuando mucho son 30 metros - lo último lo dijo divertido, torcí la boca y aun así me daba pavor subir.

-Le pedí a Karlam que nos ayudará y él estará aquí cuidándonos - explica el italiano, tranquilo ¡Tranquilo! Yo no sé qué tipo de actividades habrá hecho como para estar de ese modo ante una montaña de 30 metros.

-Se les hace tarde, si no quieren pillar el sol en medio de la subida - agregó el leopardo.

-No me creo capaz de subir hasta ahí.

-Es un insulto que no confíes en ti misma, deberías dudar de todo el mundo menos de ti, si no confías en ti ¿En quién lo harás? - me reprocha el guardián.

Agh, como odio que digan eso, claro que puedo dudar, tengo miedo.

-Tienen mi promesa que los cuidaré, y tendrán esto de ayuda - al instante sus ojos brillaron de un dorado antes de que de la cima de la pared cayera unas ligas o cuerdas doradas, las cuales brillaban y se ajustaban a la cintura de cada uno.

-Será divertido - me anima el italiano, su voz se escucha algo alterada, supongo que es la prisa de que me apure para alcanzar el sol.

-No comparto tu idea de diversión - le hago una mueca mientras me giro a la roca. - Es un lindo día para morir - dije mientras me agarraba de la roca. Ignoré las risas de ambos y empecé a escalar.

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora