Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️

Capítulo 29

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De vuelta al pasado

MARISA

Hace cinco años

Cuando tenía catorce años vivía en México, en el estado de Nayarit en concreto. Mi familia hasta ese momento era bastante pobre, no teníamos ni casa, siempre tuvimos que estar yendo de terreno en terreno buscando un lugar para quedarnos, antes de que llegaran sus dueños y nos echaran.

Hubo una vez que dormimos literalmente debajo de un puente, donde un bote de metal le pusimos todo el papel que encontramos y algo de madera, solo estábamos mi madre y yo ahí, era época del frío y la única manera que usaba para calentarnos era hacer ese fuego, ambas estábamos sucias de la cara y nos frotamos las manos para alejar los susurros del invierno.

Había escuchado millas de veces sus peleas, mi madre le rogaba una y otra vez que mi padre tenía que buscar un empleo, al menos para tener comida, pero él lo intentó y nunca lo consiguió, pues nadie quería contratar a un vagabundo. Ese día llegó más feliz de lo que esperábamos, nos anunciaron que había conseguido trabajo.

Al día siguiente conocimos nuestra primera casa, ¡era gigante! Casi, casi una mansión, mi padre dijo que había sido contratado por un empresario millonetas y que era tan generoso que nos dejó una de sus casas provisionales mientras mi padre no le fallara.

Yo era muy chica para darme cuenta de las cosas, y cuando se acercó el primer fin de semana mi padre me llevó de compras, compré hasta que mi padre me dio un límite –el cual llegó después de tener muchas bolsas en la mano– volví a casa feliz, hasta que encontré con mi madre en la entrada, traía una cajita de joyería fina en las manos y no se vio para nada contenta.

-Marisa, déjame a solas con tu padre - una discusión más que no quise escuchar.

Tomé mis bolsas y me alejé a mi nueva habitación, el lugar era digno de una princesa. Pasaron unos meses luego de eso y mi papá vino una noche diciéndome que tenía un regalo adelantado de mis 15, lo seguí y era un bellísimo coche último modelo, ese mismo día aprendí a manejar.

Resulta que me inscribieron en el mejor colegio de Nayarit, una escuela de ricos, por lo cual estaba emocionadísima, eso y lo único que no salía bien era que mis padres discutían a menudo, pero eso no me importó.

Pero a solo dar un paso en aquella escuela me sentí muy fuera de lugar, sentí como todas las miradas llegaban a mí y pesaban como un elefante.

Un día anterior me dije a mi misma que tenía que actuar como ellos, porque en México desde siempre han existido las burlas y pueden llegar a ser muy pesadas, lo digo por experiencia, en la primaria había sido de esas chicas que se dedicaba día y noche a molestar a quien se dejaba, eso es otro tema. Al llegar a esa escuela todo lo que había dicho el día anterior fue en vano.

Adaptarse a la vida de un rico fue lo más difícil del mundo, todavía no cruzó una palabra con alguien y ya corrieron de mí como si fuera un bicho raro. El ambiente era pesado, todo el lugar apestaba a esos perfumes que te costaban un riñón, tanto que me mareaba al instante y cuando pedí que abrieran una ventana se burlaron de mí.

Intenté hacer amigos, pero descubrí que ahí tus amigos los definen tus billetes en el bolsillo, por ello me tocó juntarme con los raros de la escuela, que con el tiempo se volvieron en mis amigos. Y desde que me juntaba con ellos automáticamente era excluida de las fiestas y de básicamente todo, pero un día nos llegó una invitación a una de esas fiestas y era la que todos esperaban.

Ni siquiera sabía a la persona que me invitó, pero de poder ir, tenía la posibilidad de aumentar mi popularidad y quería o no, era realmente importante tener contactos, solo que mi mamá no quería que fuera, mi papá abogó por mi y la convenció para que me dejara, así fue, tomé el coche más de lujoso que mi papá tenía para llamar más la atención, por que a esa edad lo único que quería era conseguir un patético novio o básicamente ser reconocido, tenía la hormona muy alborotada.