Capítulo 37

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Un rayo inolvidable

FONFE

-¿A quién le perteneces por esta noche? pregunto con voz ronca.

El entorno en el que estoy ya lo conozco, salvo que no estoy solo.

-Por hoy...

-¿Gritona?

-Soy tuya.

Desde hace muchos días sueño con lo mismo, que me follo a la gritona, siempre al cerrar los ojos es lo que veo, ella sobre mí montándome y con las mismas frases. Otros recuerdos que tengo es de ella en el estanque y yo agarrando sus mejillas con mis manos diciéndole una tontería, eso nunca pasó, nunca fui a visitarla, ¿Por qué suelo con está mierda?

Cuando abro los ojos estoy en el refugio en mí misma cama de siempre y con la... Ni para que mencionarlo, me tallo los ojos por enésima vez tratando de hacer el mismo truco que uso para bajarme la calentura. Por inercia volteo a las camas de abajo, donde está ella.

Azalea con sus poderes hizo hamacas para todos, para ya no dormir en el suelo.

Marisa está dormida boca abajo, siempre tiene la manía de dejar caer su mano y puedo ver el hilito de baba que le cae de la boca, el cabello lo tiene por todas partes y definitivamente se ve hecha un desastre. Mi sentido del oído logra captar los leves ronquidos que emite cada que duerme, no ronca sonoramente como el estúpido de Lorcan que parece que le ponen un megáfono, quizás los isleños nos encuentran fácilmente por los gritos dormidos del moreno. En cambio, ella sí lo hace de una forma más sutil, llega a ser tranquilizador oírla y no saben cuánto detesto que me gusta oírla.

Suspiro pesadamente, antes de levantarme, nada funciona, quizás corriendo se baje. No soy estúpido como para bajar por las escaleras, además que es peligroso dejarlas así para ellos, no quiero que el ruido que genere mover las cosas los despierte y me vean así. Por lo cual, sutilmente salgo por la ventana, camino con equilibrio sobre las ramas antes de pasar a otra e ir bajando.

Cuando mis pies tocan el suelo me lanzo al suelo a la vez que dejo que mi piel de lobo tome el control, corro por la selva lo más rápido que puedo para sacármela de la cabeza, mi mente me traiciona más cuando empiezo a imaginar las miles de formas que existen para cogérmela y quiero intentar, como por ejemplo... ¡No! ¡Basta!

Esquivo los árboles, saltando troncos, muevo las hojas bruscamente a mi paso y ahuyento un par de aves que reposan en los árboles. Cada vez aumento la velocidad llegando a mis límites, ¡¿Qué tan difícil es sacármela de la mente?!

Una imagen pasa por mi cabeza como un trueno por mi mente, pero lo suficiente para que pueda recordar, era la gritona, en el estanque sobre el agua y muchas raíces conectadas a ella, me veo a mí mismo dentro a su lado.

-Estás llegando a límites que nadie había traspasado hija de puta, y de ahí no saldrás – le había susurrado con desdén antes de besarle la frente y mirar a una persona que no puedo identificar quien es, pero por la complexión deduzco que era un hombre, ¿De verdad fui tan estúpido como...

Me veo interrumpido cuando me estrello contra un árbol, mi grito de dolor sale en forma de aullido y hasta ahora ha sido el peor dolor que he tenido, tal impacto me deja en el suelo mientras siento varias partes de mi cuerpo punzar, con esfuerzo me pongo de pie y sacudo la cabeza tratando de quitar el aturdimiento que me dejó el impacto.

-«¡MALDITA SEA!» - grito en mi mente, veo destellos entre mis ojos donde reposa mi piedra y comienzo a notar como el dolor va desapareciendo poco a poco.

Ahora sí que no sé qué es lo que ocurre, aquellas imágenes se repiten en mi mente una y otra vez, sacudo la cabeza intentando quitarlas, pero no ceden, al contrario, el dolor de cabeza comienza a azotar con fuerza y no entiendo de donde saco la imaginación para crear "recuerdos" que nunca pasaron. Fui claro con Marisa y le había dicho que era la última persona que me cogería, ¿De dónde salen estos sueños?

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora