Capítulo 27

56 6 0
                                    

El capítulo que nadie quiere leer

MARISA

-¡No necesito compañía, de verdad! – ya ni siquiera encuentro forma de decírselos sin sonar grosera o algo, desde que les dije a los chicos que quería irme a la cascada no dejan de insistir en acompañarme, aun cuando les dije que quería estar sola.

-¡Pero qué terca! – se queja por enésima vez el español. - ¡Joder contigo!

-No me pasará nada – realmente al movernos de lugar nos queda más cerca la cascada que antes, creo que solo rodear una pequeña colina ya estoy ahí, en cambio en el otro lugar teníamos que rodear mucho y caminar el doble. – Además el pajarito estará ahí por cualquier cosa – señalo al pequeño animalito que llega y posa sobre el hombro de Santino. Es su informador estrella.

-No sé Marisa – duda el italiano.

-Comprendo el miedo de todos ustedes, pero de verdad no pasa nada – digo con énfasis lo último. – Solo iré a bañarme y vuelvo inmediatamente.

-Ya déjenla que se vaya – habla el francés. – Me harta escucharlos rogarle, si quiere irse a la selva, déjenla que se vaya, ¿Qué les cuesta? Con suerte algún depredador se la come y nos quitamos a una de encima – Adrián le da una mirada de pocos amigos.

-¿No tienes ganas de perderte tú por horas en la selva? – masculla Adrián mirando al francés.

-Hoy me apetece molestarte ¿Lo estoy haciendo bien o me esfuerzo más? – le sonríe inocentemente.

-Si Lucien está aquí con mayor razón quiero irme – volteo al español con las manos en la cadera, este se me queda mirando.

-¡Está bien! – alza las manos en señal de rendición el español. – Pajarito, avísanos inmediatamente si...

-No te entiende – le habla Santino.

-¡Pues dile que no le quite el ojo de encima! – se talla los ojos, vaya que Fonfe es un gran irritador cuando quiere, si de por sí es difícil colmarle la paciencia a Adrián, Fonfe tiene el récord de lograrlo en menos de cinco minutos.

-Bueno, bueno... - intenta burlarse Fonfe, Adrián se voltea a él y se calla al instante, la piedra del español se enciende al igual que los ojos de Fonfe del mismo tono, el francés como un robot toma una piedra de gran tamaño y se la estrella contra la cabeza, esta se parte completamente, al instante deja de ser una marioneta y grita de dolor. - ¡Ahg! ¡¿Qué te pasa imbécil?!

-Esto va para todos, vuelven a intentar tocarme los cojones y los empujo del acantilado – habla mirándonos a todos. – A ti que eres mortal te encierro en una cueva por una semana – se dirige a mí y alzo las manos. – Váyanse a donde se les dé la puta gana y déjenme en paz – dicho esto se aleja a saber qué lugar.

Los demás se dispersan y veo a Fonfe quejarse de la herida que tiene en la cabeza, la cual chorrera sobre la arena.

-¿Nos vamos? – me dirijo al pajarito, este me da un pio, pio y creo que es como un sí, así que le doy un apretón al hombro de Santino antes de dirigirme a la selva, el pajarito revolotea cerca de mí en todo momento e intento no tropezarme con las piedras.

Me alegra no haber perdido los recuerdos, así puedo reconocer el camino para ir a la cascada, además que las pisadas de mis amigos hacen que no me pierda, el pajarito revolotea a mi alrededor y da varias vueltas, es que el pobre vuela rápido y yo camino más lento que una tortuga.

Esta parte de la selva no hay changos, por lo que hoy me quedo sin escuchar sus chismes, ay que caray tan buenos que eran (sarcasmo) tarareo una canción de reguetón que solía escuchar cuando hacía el quehacer en mi casa, fue chistoso porque quería cantar una canción mientras caminaba, pero hace muchísimo tiempo que no escucho ninguna y no recordaba otra que no fuera eso, por lo que tuve que sacrificarme y cantarla, ni modo, a veces la vida no es justa.

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora