Capítulo 39

56 6 0
                                    

La leyenda de la isla.

MARISA

-Voy al estanque – hablo levantándome. – Iré a ver cómo están mis padres.

Muy en el fondo es solo para ver si mi madre no ha recaído, no puedo imaginar el dolor que debe de estar sintiendo y me da miedo que aquello le aliente aquello que no quiero que vuelva a pasar.

-¿Quieres compañía? – pregunta Santino.

-No gracias, los vere al rato – les informo antes de despedirme de la mano con ellos e irme.

Mira que nos callaron la boca los isleños, en vez de ser una tribu literalmente cavernícola, resultaron ser una aldea muy cariñosa y acogedora, solo son muy sobreprotectores, eso y auméntale la manipulación de Uslar, aunque él diga que solo metió cizaña, eso no disfraza que haya sido una manipulación. Cuando paso cerca de un isleño me entrega una manta, le sonrío a forma de agradecimiento; no sé su idioma, no tengo la menor idea como decirle gracias.

Este me señala sus hombros indicándome que me la ponga para el frío, lo hago y se va, ya comenzó a dar pena que les hayamos destruido su aldea solo por venganza. Uslar algún día la pagará, camino por la selva, según sé ahora si no hay nadie quién nos pueda atacar y si algún animal salvaje se acerca, al ver mi piedra desistirá inmediatamente de atacarme, aquí todos nos guardan respeto por ser ancestrales.

Ese isleño sí que le ha atinó, empieza a hacer frío y si no es por la manta que tengo en mis hombros me estuviera muriendo de frío. Lo malo de esta isla es que no puedo evitar encajarme las piedras, definitivamente eso no cambia, tengo siempre la suerte de enterrarme una en mis pies cada que camino, paro y los limpio, no me importa cuantas veces tenga que parar. Aunque esta parte de la isla nunca he estado sé por dónde irme, Karlam había insinuado alguna vez que siempre podemos encontrar el estanque, ahora lo compruebo, de alguna manera sé por dónde ir.

En poco tiempo localizo la montaña y comienzo a subir, al poner un pie dentro de la cueva se ilumina, ha dejado de sorprenderme y me ha hecho sentir de una manera importante, camino con tranquilidad hasta llegar al fondo, es impresionante como el color del agua es el que da la luminiscencia a la cueva, pongo la manta sobre el suelo cerca de la orilla y me siento sobre ella.

Pongo una mano dentro del agua y comienzo a darle vueltas concentrándome en mi familia, la neblina poco a poco va apareciendo y se levanta formando una mini pared frente a mí, proyectando a mis padres, las imágenes me parten el corazón. Veo a mi madre llorando desconsoladamente acostada con la cabeza en los muslos de John sobre mi cama, veo que abraza mi oso de peluche que le trae recuerdos de mi infancia, pues siempre he tenido un gusto culposo a los osos de peluche.

-Ya ha pasado más de seis meses John, ¿Dónde está mi niña? – solloza mi madre, mi padrastro pasa su mano por su cabello tratando de calmarla.

-Hay que tener fe, ella está bien – las lágrimas se acumulan en mis ojos al ver la imagen, quisiera encontrar la forma de advertirles que sigo viva, quiero traspasar esta barrera y llegar a ellos.

-Ya no sé ni que pensar... de solo pensar que ella...

-Está viva, no han hallado a 7 personas y de la lista, ella está entre ellos, sé que sobrevivió.

Corto la imagen sin poder evitarlo, Uslar no mintió al decir que el mundo sabe que hay 7 desaparecidos y que somos nosotros, por lo cual las búsquedas no han parado. Eso no sé si verlo como algo bueno o malo, el tiempo se ha largado y las cosas en la isla han cambiado, nosotros hemos cambiado y no hablo de los poderes, sé que soy otra Marisa de la que llegó a la isla.

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora