Capítulo 23

66 7 0
                                    

Hola, solo para avisarles que este es un cap.  +18, solo digo 👀
Si se lo quieren saltar, esta bien. Pero si no, disfrútenlo herman@s MUAJAJA.

Diana si lees esto, pasa al próximo capítulo. Es enserio.

Conflicto de franceses

MARISA

Los domingos eran los únicos días "libres" que teníamos, no todos claro, los chicos que podían transformarse iban a cazar algún animal y dicha carne nos aguantaría por algunos días antes de que se nos echará a perder o nos comiéramos por completo, mientras ellos iban los demás podíamos hacer lo que quisiéramos, pero sin alejarnos mucho, yo solía irme a caminar sola a los alrededores, me gustaba mucho conocer donde estábamos, aprovechaba y tomaba fruta.

Descubrí que no muy lejos de nosotros el suelo cambiaba, ya no era tierra sino piedra, y esta comenzaba a crecer una montaña, donde al final había un acantilado, no solía acercarme mucho, pues una caída de más de 50 metros no la contaría, pero podía escuchar a las olas del mar romperse en sus paredes y de algún modo aquello me relajaba, siempre he dicho que los atardeceres de esta isla son mágicos.

El arrebol era el espectáculo visual que nunca me cansaría de ver, cuando agarré más confianza me sentaba en una de las orillas, mis pies siempre quedaban colgando por el precipicio y me quedaba aquí hasta que el sol se escondía por completo. Los chicos con el tiempo sabían exactamente a dónde iba y no había problema, pues un pájaro siempre me acompañaba y se quedaba cerca, si algo me pasaba iría inmediatamente con Santino a informarle.

Hoy he llegado más temprano de lo usual, traigo en mis manos una vara que usamos para el entrenamiento, Fonfe a pesar de ser un cabrón es muy bueno enseñando, nunca me creí capaz de poder girar un palo con una sola mano y a velocidades rápidas, esperando al ocaso me alejo algo de la orilla y empiezo con el movimiento básico de girarlo sobre mi mano sin despegar la vista del horizonte, en cualquier momento comenzarán a tintar el cielo con aquellos colores que me dejan hipnotizada.

-La posición de tus pies están mal – esa voz me desconcentra un poco, sé quién es, pero no me detengo. – Mueve este pie un poco a la izquierda – me toca mi pie con el suyo, lo hago, después de todo es mi instructor ¿no?

-¿Qué raro verte aquí? Creí que decías que ver el atardecer era una pérdida de tiempo – estoy consciente que siempre que está cerca de mí me pongo muy a la defensiva, pero justificándome con él siempre hay que estar de ese modo.

-No te hagas ideas, sigo pensando lo mismo. Sin embargo, pasaba cerca de aquí y vi tu mala posición de pies y no podía quedarme tranquilo ¿Qué hubiera pasado que algún isleño se aprovechara de ello? ¿Crees que vivirás para contarlo? – se pone frente a mí, la anchura de su cuerpo y lo alto me tapan mi espectáculo, alzo la vista para conectarme con ese azul profundo de sus ojos, a esta hora se ven tan oscuros que no se puede apreciar la belleza de su tono. – Como tu instructor estoy en mi obligación de corregirte en todo, ¿Fastidioso no?

¿Le creeré?

Giro rápidamente el palo en mi mano, un par de vueltas para agarrar vuelo y con suerte golpearle en su rostro, el palo lo giro para que se estrelle contra su mandíbula, solo que este no impacta pues él lo detiene.

-¿Por qué será que no te creo? – me acerco levemente a su cara con el desafío en mis ojos, su sonrisa arrogante se presenta desconcentrándome un poco.

-¿Tan difícil es confiar en lo que digo? – en un rápido movimiento quita el palo de su cara pero soy veloz a la hora de llevar el palo a mí, sé lo que quiere, una pelea, y yo también, lo llevó deseando desde hace mucho.

Los 7 Ancestrales. Náufragos I. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora