Mackenzie.
No hay nada más lindo que pasar tiempo con los abuelos, siempre fui la más consentida, sobre todo por el abuelo Nick. Mamá cuenta una anécdota sobre qué el abuelo me daba un celular para que lo llamaramos si teníamos problemas cuando íbamos todos al kinder, él no dudaba en ir por nosotros al escuchar nuestro llamado. Nos llevaba a la constructora para dejar que nosotros hagamos lo que queramos en ese tiempo. Es un gran abuelo, lo sigue siendo. Después tenemos a nuestra abuela Izzy, ella es mi compañera de charla, sabe muchas cosas más de lo que mi mamá sabe de mi, es mi confidente y amo sus consejos. Teníamos una rutina de que todos los miércoles ella nos esperaba a tomar el té y degustamos su famosa tarta de frambuesa, que por cierto no la hace sino que el tío Sebas, se la trae de uno de sus restaurantes, nunca le decíamos la verdad, dejamos que se lleve todos los halagos mientras charlamos de todo.
Todos los miércoles debíamos estar en su casa, si no, nos volvía locas con sus reclamos que la dejamos abandonada.
— ¿Por qué tienes una moto? — pregunta papá cuando me ve entrar en la cocina.
— Se la gané a Dylan en el póker — contesto tomando una manzana del frutero.
— Mackenzie — me regaña mi padre.
— Él tuvo la culpa, le dije que parará, pero el muy orgulloso decidió apostar lo que más amaba — le cuento para que me entienda.
— Y tú no perdiste tu oportunidad — asegura negando su cabeza.
— Le dije que no podía ganarle a la reina del poker — me defiendo.
— Deja de apostar con tus primos y debes devolverle la moto a Dylan — sentencia.
— ¡Pero si la gané! — exclamo indignada.
— No necesitas una moto, Mackenzie. Tienes tu propio auto y un chófer a tu disposición si no quieres manejar — dice provocando que ruede los ojos.
— Lo siento, papá, pero es mía — declaro.
— La mandaré a desaparecer — amenaza.
Bufo molesta. — La voy a sortear para las fans de Dylan, no le voy a devolver la moto — digo cruzando mis brazos.
Dylan fue el que empeñó su moto, todos le advirtieron que parará, porque después se iba a arrepentirse, pero el muy terco siguió y fue su mala mano que lo llevó a perder ante mí. La gané limpiamente, es mía y hasta la había pintado de rosa para solo molestar a mi primo. Que papá me quiera obligar a que la devuelva no me gusta nada.
— Señorita O'Donnell — dice George el chófer entrando en la cocina.
— Iré a la casa de mis abuelos, bye dad — lo saludo saliendo.
— La moto se irá, Mackenzie — lo escucho gritar.
No, la moto no se irá.
George me lleva a la casa de mis abuelitos, cuando le cuente a mi abuela lo de Sasha se volverá loca, hace años me había dicho que las cosas suceden por algo y que si existe ese hilo rojo del destino invisible, el que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias, me unirá al amor de mi vida sin importar nada.
Creo que entre Sasha y yo, existía ese hilo rojo.
— ¡Inzie! — exclama mi abuela al verme ingresar al invernadero.
El abuelo Nick, le construyó un invernadero en su gran jardín. Ahí a parte de tener mucho tipo de flores también tenía una mesa y sillas en el centro, donde usábamos hace años para nuestras merienda de los miércoles.
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SASHA (5° SAP)
Roman d'amourQuinta historia de la Saga Atracciones Peligrosas. Su destino estaba escrito desde el momento que llegó al mundo, solo él podía cambiarlo, pero decidió seguir ese camino tratando así olvidar a esa pequeña niña acosadora que lo vuelve loco desde que...