Capítulo 23.

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Mackenzie.

Tres meses después.

¡La universidad estaba consumiendo mi vida!

Nunca hay que subestimar las cursadas, pensé que por estar en mi cuarto año de la carrera todo sería más tranquilo, que iluso lo mío, todo se volvió el triple de intenso que el año anterior y vaya que estaba acabando hasta con mi estabilidad emocional. Si solo tres meses siento que estoy por colapsar, no me quiero imaginar como quedaré luego se finalizar el semestre. Encima para completar la salud de mis primos, también me tenia preocupada, no podes estar ahí con ellos me frustra y mucho. Soy ese tipo de personas que siente que debe estar, aunque ellos no quieran o no deseen tu presencia igual me quedo, tal vez haciendo cosas tontas, pero no puedo dejarlos de lado.

Noah, tiene cáncer, esta hospitalizado y Kate esta en una fase complicada de su vida, su salud prende de un hilo debido a su depresión que ella no logra aceptar, a veces no somos tan fuerte como parecemos, mi prima quiere mostrar que no sucede nada cuando todos sabemos que esto de su amor por Noah consume lo poco que ya está quedando de ella.

— ¡Inzie! — exclama Taylor, mi compañero de clases y hace unos meses mi nuevo vecino desde su balcón.

— ¿Roco? — consulto al no ver a nuestro gato.

Habíamos encontrado hace unos años un pequeño gatito abandonado color blanco, pero en su cara tiene unas manchas grises que asemejan como si tuviera un antifaz. En broma decimos que es nuestro hijo, cosa que a mi padre no le agrada mucho, bueno a él nunca le agrada ningún chicos que este cerca mío que sea ajeno a nuestra familia.

— ¡Roco! — grita mientras lo veo cruzar desde su balcón al mío y detrás de él salta nuestro gato provocando una gran sonrisa en mi rostro.

— Deja de saltar de esa forma, te puedes caer y me echaran a la culpa a mi — bromeo recibiendo un abrazo de su parte.

— Sabes que soy muy habilidoso — acota subiendo y bajando sus cejas de manera sugerente. — Buenos días, señor O'Donnell — saluda a una de las cámaras que hay en el interior de mi departamento.

— Tonto — me burlo golpeando su hombro.

Luego del tema de la mafia y lo que sucedió en Italia, papá junto a mis tíos italianos y el tío Dante, decidieron que por mi seguridad ante un ataque inesperado este protegida, no solo con las cámaras de seguridad dentro de mi casa, también estoy tomando un acelerado curso de defensa personal para reformar ya mis conocimientos sobre el tema.

Exagerado, lo sé, pero entiendo su preocupación y acepto cada de las reglas que impusieron.

— Sigo sin acostumbrarme al color negro de tu pelo — acota tirándose en el sillón como si estuviera en su casa.

Pongo los ojos en blanco, llevo casi tres meses con mi nuevo color de pelo, después que salí de Italia y de mis miedos, me di cuenta que necesitaba un cambio radical en mi vida. Las mujeres nos encanta jugar con nuestro cabello, cambiar los colores, cortarlos, dejarlos largos, ponernos extensiones, lacios y muchos rulos, en si amamos experimentar las cosas.

— ¿Cómo estás con la presentación? — le pregunto al sentarme a su lado y Roco se sube a mis piernas mimoso.

— Nervioso, pero tengo a la mejor socia — asegura con una gran sonrisa.

Para una materia de la universidad nos tocó formar una empresa, a su vez investigar el campo del negocio en el mundo y las estrategias del comercio, por eso con Taylor formamos una gran compañía de relojes digitales, si piensan que son los normalitos que se ven normalmente están muy equivocados, esto supera e Ignati reconoció que es una gran idea, lo cual lo convirtió nuestro socio financiero para llevarlo acabo. Mi amigo es la cara visible de la marca, mientras tanto Iggy y yo nos mantenemos al margen para resguardar nuestro apellido. Ambos entendemos eso de que todos piensen que lo hacemos gracias a nuestros apellidos, pero la verdad se equivocan y mucho, por eso lo vamos a demostrar.

SASHA (5° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora