Epílogo.

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Sasha.

Meses después.

Si pensaba que no podía admirar más a mi esposa, definitivamente estaba muy equivocado. Llevabamos seis horas desde que ella rompió bolsa y las contracciones se hacían cada vez mucho más fuertes. Nuestro bebé estaba por llegar al mundo este día. Sin dudas nos encontrabamos demasiados ansiosos, pero a su vez felices de conocer a ese pequeño que no paraba de moverse dentro del vientre de su madre cuando le habla.
Estoy nervioso, solo que mi tio Dima me había aconsejado jamás perder la calma, sobre todo en este momento donde más apoyo necesita Mackenzie de mí.

Admiro demasiado a mi mujer, su valentía, su manera de amarme a mi y a nuestro bebé, estos meses se hicieron tan cortos que a su lado experimenté muchas cosas, no solo temor sino muchas emociones a su lado.

No puedo estar más enamorado de ella.

— Duele — se queja justo cuando la doctora ingresa a la habitación.

— ¿Saben que hay nucha gente detrás de esa puerta? — nos consulta mientras se va poniendo unos guantes en su mano.

— Tenemos una familia muy grande e intensa.

— Y ansiosa — agrega mi esposa.

En verdad ese pasillo se encontraba lleno de muchas personas y no olvidemos de la seguridad que siempre nos acompaña, porque seamos sinceros no somos simples, sino complejos, mejor dicho los reyes de una gran organización criminal.

— Las contracciones son más intensas porque llegamos a la dilatación esperada — nos dice mientras mete sus manos entre las piernas de Inzie para hacerle un tacto.

— Siento muchas ganas de pujar — comenta.

— Solo unos segundos más — la doctora me mira. — Ve a prepararte — me pide.

Tomando la ropa que ellos me dan, me cambio en el baño de la habitación justo en cuando las enfermeras terminan de preparar a Mackenzie para llevarla a la sala de partos.
Cuando salimos de la habitación casi toda la familia quiere acercar, pero con Anker se lo impedimos. Esto es un momento nuestro, no de ellos, solo les queda esperar.

— ¿Te sientes bien? — consulta mi esposa.

— Yo debería hacerte esa pregunta — reconozco besando su frente.

Tomo su mano con fuerza y ella sonríe.

— Es que tu cara parece que vas a desmayarte en este preciso momento — la veo arrugar su rostro por el dolor y exhala soportando otra contracción.

— No voy a desmayarme, lo prometo — digo dejando un suave beso en sus labios.

La doctora se coloca en su lugar, ayudo a acomodarse a Inzie y esperamos que venga una contracción para que ella empiece a pujar. No suelto su mano, seco su sudor y le recuerdo que ella es fuerte, que puede con esto hasta que un llanto me deja estático.

Nuestro bebé.

— ¿Quiere cortar el cordón? — me preguntan.

— Ve — me alienta Mackenzie sonriendo cansada.

Por inercia, sintiendo que mi corazón está por salirse del pecho camino tomando las tijeras que la doctora me ofrece y es por primera vez que miro a ese pequeño ser llorando demasiado fuerte.

Mi hijo.

— Felicidades, es un niño — dice la doctora mientras me marca donde cortar.

Mis ojos no dejan de observarlo con intensidad y no puedo impedir mis lágrimas, mientras miro como las enfermeras lo pesan, limpian y lo envuelven en una manta azul.

Nuestro hijo.

— Felicidades señor Sokolov — habla la enfermera al entregarme a nuestro bebé que no dejaba de llorar.

Camino hasta donde esta Mackenzie con lágrimas en sus ojos y apoyo al bebé en su pecho para que lo conozca. Él deja de llorar mientras su madre lo consuela.

¡Mierda!

No puedo ser más afortunado.

— Hola Luka — murmura Inzie.

Lukyan "Luka" Sokolov.

— Bienvenido a este mundo, hijo mío — digo besando a mi esposa y luego dejando un beso en su frente.

— Mira esos ojos — acota mi esposa observando los tremendos faroles azules de Lukyan.

Habíamos elegido ese nombre porque significa Luz y eso es lo que Lukyan o Luka es en mi vida. La luz que me obligó a superar muchos miedos, mi pasado, para ahora ser ese papá que él se merece en su vida.

Cuando los dos estuvieron bien pudimos volver a la habitación, Mackenzie había experimentado darle de comer a nuestro hijo y él no dudó en aferrarse al pecho de su madre.

Admiración completa por mi esposa y por todas las mujeres que tienen la valentía de pasar por eso, de traer una vida al mundo.

— Lo veo demasiado parecido a ti — me habla cuando quiere pasármelo.

Quito mi remera para apoyarlo sobre mi pecho, para que sienta mejor el calor.

— Lo amo — digo embobado.

— Yo lo amo a los dos — declaro ella mirándonos.

Ahora somos una familia, ella siempre lo fue, solo que ahora sumabamos a Lukyan para coronar este hermoso amor que nos desborda a ambos.

— Permiso — dice Iggy entrando a la habitación.

— La tradición — recuerdo.

— Como su padrino es mi deber hacerlo — acota sonriendo.

Acuesto a Lukyan en su cunero.

— ¿A quién se parece? — consulta mi mujer divertida.

— No lo se. Lo veo igual que a todos los bebés, son feos y algo arrugaditos ...

— ¡Ignati! — gruño.

— Mi bebé no es feo, es hermoso — contraataca ella dándole una fulminante mirada.

Mi primo se acerca, pone un crucifijo de oro y lo tapa con una manta dorada.

— Bienvenido al mundo, heredero de la Bratva — dice haciendo el ritual.

Lukyan es mi primogénito y por ende si él decide será el futuro rey de la Bratva, mi sucesor. Ignati lo bañaba en oro para la abundancia, no podía ser menos, es el heredero por naturaleza.

Mis ojos van a los de mi esposa, ella sonrie y no puedo evitar no hacerlo. Si, Mackenzie sabe que sin importar lo que nuestrl hijo igual le daríamos la correcta educación para que sea letal y peligroso como su madre.

Podía parecerse a mí físicamente, pero amaría la idea que haya sacado el carácter y fortaleza de su madre.

No podia evitarlo, me sentía orgullo y enamorado de ellos que son todo, mi presente sobre todo mi futuro.

Los reyes de la Bratva teníamos a nuestro heredero, nuestro completo todo.

¿Afortunado?

Si, definitivamente me había sacado la lotería con mi esposa y mi amado hijo.



SASHA (5° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora