EPÍLOGO

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UN NUEVO COMIENZO

Un año después.

MADDISON.

Estaba consciente de que en algún momento este día llegaría. Tal vez debí haber venido antes, pero siendo honesta, no estaba lista. La última vez que pisé este lugar fue en el funeral de papá y desde entonces me seguí negando a la idea de venir al cementerio.

Mamá siempre ha dicho que hay que dejar descansar a las personas que se van y que para eso hay que dejarlas ir; superar el hecho de que no volverán. Pero, no es para nada fácil.

Con pasos temblorosos me voy adentrando al cementerio y en mi mente me sigo repitiendo una y otra vez que no lloraré, que ya he llorado suficiente, pero dudo poder contener mis lágrimas por mucho tiempo. Me detengo abruptamente cuando veo la lápida color azul cielo que posee el nombre de mi mejor amigo...

Noah Hummels.

2003 - 2021.

Gran hijo y amigo.

"Muchos suelen decir que la vida es corta sin saber que es lo más largo que llegarán a experimentar"

Me arrodillo frente a la misma dejando uno de los tres ramos que tengo entre mis manos a un lado del mármol. Mi respiración empieza a perder su ritmo natural cuando veo la foto de Noah.

Su típica sonrisa llena de felicidad se plasmaba en su rostro cuando inmortalizaron ese momento. Dolía el hecho de que jamás volvería a ver esa sonrisa, ni a él.

—Hola, Noah —mi voz tembló al pronunciar su nombre, pero hice mi mayor esfuerzo para mantenerme firme —Ha pasado mucho tiempo y hoy por fin tengo el valor de estar aquí... Frente a ti —No sabía si podía oírme, pero quería creer que sí, que él estaba junto a mí mientras yo hablaba —Todavía me duele tu partida, no lo negaré. Hace algunos meses se cumplieron dos años de tu muerte, pero estoy aquí no solo para venir a verte, sino para darte a entender que quiero dejarte descansar porque eso mereces. Descansar después de tanto tiempo.

Tomé una gran bocanada de aire antes de seguir hablando, sin embargo, mi voz se rompió apenas comencé a pronunciar las palabras.

»—Empezaré disculpándome por no haber venido antes. En serio, quería venir, pero sabía que si lo hacía no tendría el valor de volver a hacerlo nunca más... Te extraño mucho —eso fue lo que causó que derramara la primera lágrima —¡Dios!, no sabes la falta que me haces y lo he intentado, he intentado ser fuerte, pero duele. Duele mucho y no sé cuando sanaré, cuando seré capaz de recordarte sin llorar.

Mis sollozos hicieron acto de presencia e intenté tranquilizarme para poder continuar.

»—Noah, me voy a ir. Me iré a estudiar a Londres y me iré con Mark. Tengo que contarte que estamos juntos desde hace tiempo y sé que eso te haría muy feliz. Mark es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, es una maravillosa persona y estoy segura de que eso lo sabes —sonreí —Quiero que sepas que el hecho de que yo no haya venido no quiere decir que te haya olvidado. Al contrario, siempre hay algo que me hace recordarte e intento recordar los momentos felices. Como aquella vez que manché tu camisa blanca con salsa de tomate. Querías matarme por haber arruinado tu camisa preferida y te juro que jamás comprendí porque una camisa cien por ciento blanca se había convertido en tu favorita —solté una pequeña risa ante tal recuerdo —También recuerdo todas las veces que citaste esa frase de Edgar Alan Poe. Amabas esa frase y por alguna razón, con el tiempo yo también la amé. Volveré. Volveré a Francia cuando pueda y te contaré todo lo que vaya pasando con el transcurso del tiempo. Quiero agradecerte por haber formado parte de mi vida, por haber sido mi pilar infinidad de veces, por haber sido mi hermano y por haberme querido tanto.... Gracias, Noah.

MADDISON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora