CAPÍTULO XXIV

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Tres semanas después.

El reloj.

MADDISON.

Lionel se encuentra en un radar, las transacciones de ventas que ha hecho se han multiplicado, han habido dos muertes nuevas, Mark enfermó, pero no de algo grave; no tenemos posibles sospechosos hasta ahora y recibí otra carta. La diferencia es que esta no se la he enseñado a nadie desde que la recibí; y no pienso hacerlo.

«El diecinueve de Diciembre a las 11:30 p.m. ocurrirá una masacre... Cassel es un muy buen apellido para una víctima, sería un espectáculo escuchar como un cuchillo raja la piel de su garganta o de su arteria femoral, así tiene una muerte algo tardía y dolorosa para luego disimular que todo fue un suicidio. Está enfermo, por lo tanto será un blanco más fácil, no obstante, puedes salvarlo. Puedes salvar la vida de esa persona cercana a ti... Para eso debes ir al bosque a la hora ya escrita. Aquél bosque que conoces muy bien.... Ese que te hizo sospechar del fallecido Connor. No puedes decirle nada a nadie, ya que eso también será un pase para que la muerte alcance a tu ser querido.

Atte: Distintivo Bella Morte.»

Cada parte de la carta se repite una y otra vez en mi mente. Mark está en peligro, pero aún así puedo salvarlo. Sólo tengo que ir al bosque y si soy sincera no sé por qué. Tal vez lo secuestren y se lo lleven allá, posiblemente sea una trampa, pero.... ¿Y si no lo es? ¿Y si puedo salvar aunque sea una vida?

Sea lo que sea tengo que tomar una decisión rápido porque para mí suerte hoy es diecinueve.

Pierre llegó tarde a la central por estar en laboratorios. Al parecer el ojo que recibí sí era de Ivanna y estaba congelado. Por eso duró tanto. Su putrefacción fue demasiado lenta, puesto a que se descompuso dos días después de que reabrieran el caso y yo lo recibí tres días antes.

Los análisis que se les pudo hacer al cadáver ya putrefacto de Ivanna revelaron su embarazo múltiple y la muerte instantánea de los fetos que apenas tenían cuatro meses. Kile sigue destrozado, le dijo a Russel todo sobre el tema y por supuesto, al principio se enojó por su falta de responsabilidad, pero luego comenzó a darle apoyo al igual que mamá y papá que obviamente no podía perderse el chisme.

Tailer es el único que no se ha enterado porque mamá decidió que no quiere que en un futuro haga lo mismo, Kile estuvo de acuerdo...

—¿Sabes algo de Mark? —pregunta Carter desde su escritorio.

—Lo fuí a ver en la mañana. Solo tenía quebranto.

Asiente revisando unos documentos.

Las nuevas muertes fueron bastante... ¿Traumáticas? ¿Enfermizas? No sé que terminó deba darles, solo sé que una de las chicas recibió quince puñaladas y la otra votaba espuma por los poros gracias a la sobredosis que le provocó una convulsión. Ese tipo de muertes ya se habían visto, sin embargo, no importa cuantas veces pase; no deja de sorprendernos.

Debo crear una excusa para ir al bosque casi a media noche y que nadie sospeche nada. No me estoy concentrando en el caso, sino en la vida que corre peligro en este momento.

—Maddison...

Carter baja los documentos y finjo que reviso los míos antes de verlo. Su cara denota preocupación.

—¿Sí? ¿Pasa algo?

—Hablé con tu madre y le pregunté por qué siempre ibas a todos los lugares en bus o taxis y ella me dijo que como tu padre trabaja mucho desde casa o en la empresa no te gusta molestarlo. ¿Es cierto?

Asiento. Nunca he sido fan de fastidiar a la gente. Papá siempre llega cansado de la empresa, a veces no duerme por trabajar desde casa y añadirle que me busque o lleve a todos lados es un trabajo más. Por eso acordamos hace años que yo usaría el bus. Los taxis los uso de vez en cuando porque honestamente me siento más cómoda en el autobús, rodeada de gente.

MADDISON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora