CAPÍTULO XXVI

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Tipo de narrador: Omnisciente.

21 de Diciembre.
París - Francia.
4:15 a.m.

Kile se encuentra atado en una silla de metal, en una habitación obscura. Su rostro está totalmente cubierto por un saco y sus muñecas sangran cada que intenta liberarse de las gruesas cuerdas que le impiden moverse. Sus gritos y quejidos hacen eco por la sala, sin embargo, la única señal de que no se encuentra solo es el gruñido y ladrido de un perro.

«Otra vez ese jodido perro...» piensa.

El chirrido que produce la desgastada puerta cuando es abierta resulta ensordecedor para el joven de cabello blanco. Pasos firmes y decididos de unas cinco personas se escuchan hasta detenerse frente a Kile. Uno de los sujetos le quita el saco, permitiéndole a Kile detallar su rostro.

El ceño del joven se frunce al ver a una sola persona, pues está más que seguro que los pasos eran de más individuos, pero lo que él no sabe es que hay cuatro sujetos escondidos en la obscuridad del lugar junto al perro que hasta ahora se ve inofensivo.

—¿Quién demonios eres?

El hombre pone una silla frente a la de Kile para sentarse y responder a su pregunta.

—Me llaman Mason.

Le pareció muy extraño que a la primera el hombre le haya dicho su nombre, no obstante, decidió no prestarle atención e ir al grano de todo esto. Ya está harto de ser torturado por una persona distinta desde su secuestro.

—¿Qué hago aquí?

—Buena pregunta.

Lionel Lombardi sale de una esquina y se deja ver cuando se para debajo del bombillo que apenas ilumina el centro de la habitación.

—Me llamo Lionel. Lionel Lombardi y estás aquí porque necesitamos que nos respondas algunas preguntas.

—No colaboraré con ustedes. Sé quienes son.

—Felicidades, niño —Mason aplaude con total sarcasmo —Sabes quienes somos... Al igual que todo el mundo.

—¿Qué trama tu hermanastra? ¿Cuál será su siguiente movimiento?

Kile no responde a las dudas de Lionel. El hombre vuelve a preguntar, pero no logra conseguir ni un sonido por parte del chico.

—Responde la pregunta....

—¿O qué? ¿Me matarás? Azlo. Si me matas no tendrás la información que necesitas, ¿No es así?

«Y si no me matas tampoco la tendrás.» se convence a sí mismo que no debe ser débil.

Lionel aprieta su mandíbula y chasquea los dedos. De inmediato otro sujeto, totalmente cubierto por telas negras aparece con el perro que supuestamente era inofensivo. Un pitbull negro de ojos amarillos le gruñe a Kile como si tuviese ganas de atacarlo. Lombardi toma la correa del canino y de inmediato el extraño sujeto desaparece en la penumbra.

—¿Qué trama tu hermanastra? ¿Cuál será su siguiente movimiento?

Vuelve a preguntar acercándose a Kile, hasta que sus rostros quedan a centímetros.

—Vete a la mierda —le escupe.

El italiano suelta al perro con rabia luego de limpiarse la cara y de inmediato el animal se lanza sobre Kile, logrando que la silla quede con el espaldar pegado al suelo.

—Lucifero gode della preda.

El pitbull gruñe aún más con aquellas palabras del italiano y el grito de dolor que emite Kile cuando el animal incrusta sus dientes en su pierna, hacen que Mason y Lionel se rían con bastante gracia.

MADDISON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora