CAPÍTULO XXVIII

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¡Feliz Navidad!

24 de Diciembre.
5:34 p.m.

MADDISON.

Por primera vez en la vida, algo que cocino no se quema. Mamá preparó el pavo, la ensalada y los dulces que siempre hace. Yo hice las galletas de jengibre que quedaron carbonizadas la última vez que intenté prepararlas. Los demás están comprando los condimentos que pidió mamá a último minuto, excepto Kile que está dormido.

La madre de Mark llamó hoy para avisar que si vendrían a la cena. Carter y Pierre me avisaron hace días y pues, mamá no puede estar más feliz de que Mark pase las fiestas aquí. Jacob, Axel y Liam me enviaron mensajes diciendo que lamentan no poder venir, ya que estarán en otra ciudad y obviamente comprendí que es por el trabajo de sus padres.

—¿Trajeron todo?

Mamá no pierde el tiempo a la hora de tomar las bolsas que dejan papá, Russel y Tailer en la encimera. Kile baja y Russel lo ayuda a quitarse los cabestrillos. El doctor Robert nos comentó que posiblemente los músculos Kile sanen más rápido de lo esperado y necesita quitarse los cabestrillos de vez en cuando para evitar contracciones o calambres.

Me despido de todo el mundo antes de irme corriendo a la tienda de regalos. Siempre he odiado ese momento en el que tengo que escoger el regalo que le daré a la otra persona, ya que soy demasiado indecisa y prefiero comprar lo que regalaré a última hora para después no arrepentirme e ir a comprar otra cosa.

Ya en la tienda saco la mini lista que hice con los nombres y empiezo a buscar lo que me parezca mejor para cada uno. Los papeles de regalo son lo de menos, pues los compré hace días. Al final del último pasillo logro ver la joyería de la tienda. Un accesorio llama mi atención y se me hace imposible no pensar en una persona a la hora de tomarlo.

—Quisiera llevarme esas tarjetas, además de los regalos.

Señalo las tarjetas mientras la cajera va pasando los regalos por la maquinita que emite un sonido cada que la pasa por el código de barra de cada producto. Sonríe cuando ve el último regalo. Ese que conseguí al final del pasillo y pone todo en bolsas antes de hablar.

—Lindos obsequios. Las tarjetas serán gratis.

Las pone en la última bolsa.

—¿En serio?

—Sí, que tengas una feliz navidad.

Tomo todas las bolsas.

—Gracias y feliz navidad.

Salgo de ahí directo a casa. Al llegar llena de nieve subo apresuradamente hasta mi habitación en donde me pongo manos a la obra con los obsequios y con los papeles de regalo. Son varios regalos que debo entregar hoy y tres de esos que debo enviar con el cartero. Mamá entra cuando estoy envolviendo el regalo de Tailer y se sienta a mi lado.

—¿Dónde conseguiste la colección de carros que tanto pedía Tailer?

—En la tienda.

«¿No es lógico, mamá?»

—Que buena información me das —nos reímos por su sarcasmo.

Ella estuvo buscando esta colección de treinta carros por cielo, mar y tierra, pero como no la encontró decidió comprar el otro sueño del pequeñín. Una pista —gigante —de carros. Soy muy observadora cuando la gente comienza a charlar sobre las cosas que le gustan o que quisieran tener y gracias a eso, este año me fue un poco más fácil comprar los regalos.

Termino de envolver la colección de autos y comienzo a escribir los nombres de cada uno en las tarjetas, sin embargo, la mano de mamá me frena cuando termino de escribir el nombre de Mark.

MADDISON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora