DIEZ

1.2K 195 114
                                    

Yunho se quejó entre sueños cuando escuchó la vibración de su móvil en la mesita de noche.

Los domingos podía dormir hasta tarde, así que no se preocupaba por poner alarma los sábados en la noche, o siquiera por dejarle sonido al teléfono, pero al parecer justo ahora se decidió por tener el sueño liviano porque era la primera vez que la vibración lo despertaba.

Estiró la mano y tanteó sin fijarse realmente, sólo miró la pantalla para encontrarse con el nombre de "malcriado".

Son las dos de la mañana, ¿qué quieres? —soltó con los ojos cerrados.

Si quieres ver al mocoso con vida, tendrás que entregarme tu miembro.

¿Qué? —preguntó abriendo los ojos y frunciendo el ceño. Esa no era la voz de Jongho—. ¿Ho?

No —respondió la voz del otro lado con un toque de diversión—, perdón. Soy Wooyoung, el mejor amigo del idiota. Tú eres Yunho hyung, ¿no?

... —respondió dudoso, no entendía a qué venía la llamada—, ¿ha pasado algo con el odioso, no?

Eres muy listo, no entiendo porqué Ho dice que eres un idiota —declaró sonando inocente, logrando que Yunho rodara los ojos. No le extrañaba—. Escucha, estamos en una fiesta privada de un amigo y Ho... bueno, tomó demasiado. Iría a dejarlo, pero yo no estoy muy bien tampoco y temo estrellarme contra tu belleza cuando lo vaya a dejar.

Yunho sonrió divertido al escucharlo. No podía enojarse por el coqueteo irracional de un mocoso ebrio que no sabía lo que decía, mejor lo pasaba por alto y listo.

Ah... iré por él. Dime la dirección —suspiró sentándose en la cama con pereza.

...

Soltó otra maldición cuando escuchó un sonido estruendoso, un claro aviso de que llovería en cualquier segundo.

Maldecía a Jongho; lo había hecho levantar en plena madrugada y lo estaba haciendo caminar en medio de una desolada calle mientras tenía unas enormes nubes cargadas de agua sobre su cabeza. Sólo rogaba para que no lloviera ahora.

Caminó unos cuantos metros más hasta que reconoció el lugar que el tal Wooyoung le había dicho. No le quedaron dudas de que era ahí cuando vio la cantidad de autos caros estacionados a lo largo de la cuadra, ni mencionar la música y las personas afuera, seguramente sin importarles la lluvia que se venía.

—No los detiene nada a estos críos —murmuró mientras atravesaba el jardín de la enorme casa.

Entró al lugar y no supo si morirse ahogado por retener el aire o sólo respirar por la boca para evitar oler la mezcla horrible de olores; cigarro, perfumes y hasta otras cosas que seguro eran ilegales.

—Oye, tú —llamó un chico tocándole el hombro. Se volteó y lo primero que vio fue el cabello castaño de éste—, soy Woo.

—¿Woo?

—Suena precioso cuando lo dices tú —murmuró cómo idiota.

Yunho lo miró unos segundos, y al instante agarró su rostro y se acercó peligrosamente, causando que el corazón del pobre chico se disparara lejos.

—Estás drogado —afirmó al ver bien sus ojos. No pudo evitar soltarlo con algo de desdén—. ¿Dónde está Jongho?

—Oh... se me perdió —confesó riéndose por lo bajo.

Yunho respiró hondo, intentando retener su molestia. Ese lugar lo estaba poniendo de muy mal humor; habían adolescentes ebrios y drogados por todos lados.

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora