DIECIOCHO

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Caminaba con la vista baja mirando las hojas en su mano. Se sentía bien, pero a la vez tenía cierta molestia que lo hizo suspirar desanimado.

Le habían entregado su examen de física que resultó tener la calificación más alta del salón, cosa que le alegraba y a la vez lo hacía sentir raro.

¿Cuándo fue la última vez que obtuvo una nota tan alta?

Hace unos días había estado ansioso e impaciente por tener esas hojas en la mano, pensando en mostrarle a Yunho que había logrado hacer algo bien, esperando que el mayor lo felicitara y le dijera que lo estaba haciendo bien. Ahora en lo único que pensaba era en quedarse callado y no decir nada, porque ya no estaba muy animado, no después de lo que pasó la noche anterior.

Yunho le había dejado claro que no pasaría nada, incluso le escupió bruscamente que aquel beso sólo había sido por mero gesto de solidaridad con él.

¿No se daba cuenta que quería más?

Admitía que no era muy bueno disimulando, y estaba seguro que en más de una ocasión dejó en claro que quería más de él, que estaba sintiéndose realmente atraído.
La tarde anterior le pidió algo a cambio de su aprobado seguro, y era obvio que iba a pedirle un beso, pero con lo que había pasado la noche anterior esa idea se esfumó apenas tocó la cama y trató de volver a dormir muriéndose de frío.

Ahora estaba tan cansado y somnoliento que sólo quería dormir toda la tarde, pero debía cumplir su horario de trabajo en la cafetería. No se estaba sintiendo muy bien de hecho, quizá estaba por enfermarse al haber dormido casi congelado, pero no le estaba dando importancia.

Bostezó durante todo el camino a casa, incluso se tropezó un par de veces por ir casi en las nubes.

—Hola, cielo —saludó Heyeon cuando lo vio entrar.

—Hola omma —respondió apenas mientras se dirigía a la escalera—, dormiré un rato en lo que llega hyung —avisó.

—Está bien —dijo simplemente, viéndolo subir. Hizo el ademán de ir con él cuando lo vio tropezarse en un escalón, pero Jongho siguió subiendo luego de maldecir por lo bajo. No pudo evitar preocuparse.

El pelirrojo llegó a su cuarto y cerró sin cuidado la puerta, tiró la mochila a un lado y se quitó las zapatillas. Dejó su examen sobre la mesita de noche y enseguida se dejó caer sobre la cama, cubriéndose con la frazada.

No demoró en caer dormido.

...

Yunho llegó de sus clases luego de una hora.
Fue hasta la cocina y se sirvió agua mientras escuchaba el televisor de la sala, así que supuso que era su madre la que estaba viendo alguno de sus programas de cocina. Le gustaba aprender recetas para incluirlas en la cafetería.

—¿Viste algo nuevo? —preguntó mientras se paraba detrás del sofá, viendo la televisión.

—Un flan —respondió la mujer mientras escribía—. Jongho está durmiendo, y la verdad no sé si debería estar en la cafetería hoy.

—¿Por qué?

—Se veía cansado, además anda algo torpe, se tropezó en la escalera mientras subía —explicó, preocupada.

—Te preocupas de nada, mamá —dijo restándole importancia mientras se dirigía a la escalera para ir a su cuarto.

—Tampoco seas tan duro con él, hijo, ha estado trabajando duro. Deberías dejar que descanse al menos hoy.

—Ah... iré a verlo —avisó mientras subía.

Pasó a su cuarto a dejar sus cosas y enseguida se fue a ver al menor.
Abrió la puerta y asomó la cabeza, encontrándose a Jongho hecho una bolita con la frazada. Se veía profundamente dormido, así que entró y se acercó silencioso hasta quedar a un lado. Sus intenciones de despertarlo se vieron interrumpidas cuando vio las hojas encima de la mesita, que viéndolas con atención supo que era el examen de física del que le había hablado el día anterior.

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora