TREINTA Y CUATRO

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Jongho había dejado a Mingi en la esquina puesto que el mayor le dijo que hasta ahí estaba bien, que el edificio de su primo estaba unos metros más adelante y no quería que interrumpiera el tráfico.

Ahora que lo pensaba fríamente, se sentía un poco avergonzado porqué le había contado todo al de pelo blanco, pero todo, incluso su "salida del clóset", cosa a la que Mingi se notó sorprendido, aunque no se sorprendió mucho al oír que ya se había acostado con Yunho.

No sabía por qué le había contado todo con tanta soltura, quizá fue porqué Mingi le transmitió confianza y porqué se vio realmente interesado en escucharlo. No estaba seguro, sólo sabía que ahora se estaba sintiendo bastante mejor, más ligero y no tan pesado. A veces sólo hablar con Woo no era suficiente, acababa de darse cuenta.

Durante el camino de regreso apresuró el andar porque iba a llegar tarde para el trabajo y no quería, sin embargo, cuando llegó a casa todo acelerado Heyeon le dijo que hoy la cafetería no se abría porqué estaban arreglando unas cosas en la cocina, y sería imposible trabajar.

Subió a su cuarto y se cambió a algo casual, luego guardó el uniforme en su maleta que estaba a medio llenar desde ayer. Aún debía hablar con los Jeong para decirles, ya que mañana se iba a clases y se llevaba todo, su idea era no regresar luego así que debía decirles ahora.
Yunho todavía no llegaba, por lo tanto aprovecharía para evitar algún momento incómodo con el pelinegro.

Volvió a bajar y se acercó a la mujer que estaba barriendo el suelo.

—Omma, ¿puedo hablarte de algo? —preguntó.

—¿Qué ocurre, cielo?

Ella inmediatamente dejó su labor y le indicó al pelirrojo que se acercara a la mesa para sentarse y así hablar más cómodamente. Jongho obedeció y terminaron frente a frente.

—Mañana regreso a casa, a primera hora —avisó sin vueltas, notando la sorpresa en el rostro de la mayor.

—¿En serio? ¿Ya hablaste con tus padres?

—Sí, regresan en unos días. Mamá dijo que ya puedo volver, así que mañana regreso.

—¿Pasó algo acaso? —inquirió repentinamente—, ¿hay algo que te hace irte?

Jongho disimuló su impresión, ¿acaso ella ya se había dado cuenta de lo que realmente pasaba?

—No, ¿por qué preguntas? Todo está bien, sólo que ya logré lo que necesitaba para volver a casa —aclaró sonriendo nervioso.

—Es que es tan repentino, no lo sé, siento que hay algo más. Puedes contarme si sucedió algo que te empuja a irte, cariño —dijo con angustia.

—No... —dijo dudoso, cosa que la mujer notó al instante, así que carraspeó y volvió a la seguridad de hace un rato—, todo está bien, no te preocupes, pero la verdad extraño a mis padres y mi casa. Ya aprendí mucho de ustedes —dijo sonriendo, intentando disipar la reciente tensión.

Heyeon asintió y sonrió no tan convencida. Su instinto le decía que había algo más, pero realmente no quería presionar al menor ni ponerlo incómodo, así que sólo lo dejó esperando que no sea nada grave.

—Igual vamos a vernos en la cafetería —alegó sonriente, pero el pelirrojo no la imitó y sólo se mantuvo serio.

—En realidad, voy a renunciar también, es que tengo una oferta de trabajo que me conviene más —dijo sincero.

—Debería ponerme feliz pero no —dijo riendo mientras agarraba una mano de Jongho y la apretaba de forma cálida—. Al menos vendrás a visitarnos, ¿no?

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora