SEIS

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El silencio reinaba entre ambos porqué ninguno pretendía iniciar conversación con el otro.

Yunho caminaba tranquilo mientras que el menor a su lado iba casi obligado, aunque en el fondo pensaba que era mejor si el pelinegro lo acompañaba a buscar su uniforme, peor hubiera sido que fuera solo cuando no conocía nada el instituto.

—¿De dónde conoces a mi madre? —preguntó repentinamente Jongho, sin mirar al mayor.

—Es clienta de la cafetería. Va siempre así que fue cosa de tiempo ser cercanos.

—Ah... —murmuró distraído—, yo supongo que no eres uno de esos enfermos metiéndose con mujeres mayores, ¿no? —preguntó casi acusando.

Inmediatamente, Yunho lo miró.

—En cualquier momento tendrás que decirme papi —bromeó, y cuando vio que el pelirrojo rápidamente se alteraba no reprimió su risa—. Sólo bromeo, no te alteres.

—Dios, no te soporto.

—Intenta hacerlo durante este tiempo, luego cuando vuelvas a casa no tendrás que verme la cara de nuevo —dijo tranquilo.

En ese momento agarró el brazo del menor y lo hizo desviarse un poco del camino mientras entraba a un parque, puesto que Jongho tuvo intenciones de continuar en la misma dirección.

—Podemos atravesar el parque, más corto.

—¿Qué estudias? —preguntó nuevamente Choi intentando no caer en el silencio incómodo de nuevo.

—Medicina.

—¿Es difícil?

—Y larga, pero si se dedica realmente a ello no se hace tan pesada —explicó mientras seguían caminando.

El camino de cemento se extendía frente a ellos mientras varios árboles se alzaban a lo largo del sendero que recorrían. Era un parque enorme, y se podía ver a mucha gente caminando, algunos corriendo y otros jugando con sus mascotas en el césped.

Jongho miraba todo con algo de intriga puesto que nunca había visitado realmente un lugar así; con tanto verde y tanta vida.

Sus lugares frecuentes se limitaban a los bares, antros, la casa de sus amigos y su propia cama porque incluso se la pasaba encerrado cuando estaba sin hacer nada en su casa.

Ahora mismo se estaba sintiendo jodidamente raro caminando en medio de un parque con un pelinegro al lado que hablaba de a ratos.

Cuando salieron del lugar, un enorme campus con varios edificios y estructuras se dejó ver al otro lado de la calle.

—Mi universidad es todo el lado izquierdo, la otra parte pertenece al instituto —explicó Yunho mientras cruzaban la calle.

Jongho lo escuchó, pero no dijo nada, estaba más atento viendo todo el lugar que sería su nuevo instituto.
No estaba mal, en realidad se veía bastante bien.

Continuaron caminando hasta que entraron al establecimiento y Yunho no dudó en sus pasos para ir con los directivos y llevarle las hojas que la señora Choi le había pasado. No confiaba en su hijo para llevar la documentación, así que se los había dado a Yunho.

—Quédate aquí y cuida mi mochila —demandó mientras la abría y sacaba una carpeta—, iré a entregar tus papeles. Te lo haré de favor ya que no conoces.

—Gracias, eres el mejor, un ser puro lleno de luz —dijo sarcástico, sonriendo falsamente mientras se sentaba.

—Eso dicen —respondió sonriendo de lado, haciendo resoplar al menor.

Yunho se alejó hasta la puerta, dio unos golpecitos y enseguida entró, dejando a Jongho solo en la sala de espera.

No lo dudó, agarró su móvil y enseguida le marcó a Wooyoung que no demoró en atender.

¿Qué onda, perro? —saludó su amigo, haciendo reír a Jongho.

Estoy en una pesadilla, Woo. Ahora mismo estoy en mi nuevo instituto, viendo al idiota que está a cargo de mi —dijo con desdén mientras veía a Yunho a través del ventanal que daba vista a la oficina del director.

El pelinegro estaba de pie, hablando con el hombre. Movía su cabeza a modo de asentimiento y Jongho lo miraba fijamente, casi queriendo atravesar su espalda.

Dios, no jodas. ¿Está ahí? Quiero verlo —dijo entusiasta—, muéstrame a tu tutor, Ho.

Le dices así y pareciera que hablamos de un hombre, pero no, sólo es un sujeto aburrido con muchas reglas absurdas. Debe ser cómo un anciano, ni siquiera debe salir a divertirse, súper aburrido y antisocial —se burló mientras activaba el vídeo durante la llamada y enfocaba al pelinegro—, ¿lo ves?

—Qué bueno que estamos hablando por llamada, porque no podría escribir con una sola mano, hombre.

—¡Wooyoung! ¿Qué demonios? —vociferó haciendo una mueca de horror.

Es que joder, está súper caliente. Mira ese cabello negro, esa espalda, ese perfil. ¿Qué hiciste para terminar con él? Dime así hago lo mismo y quizá tenga tu suerte —dijo el chico mientras seguía colgado del móvil, viendo con encanto al chico que no estaba ni enterado de lo que sucedía.

—No puedo creer que lo digas en serio. Yonho es un idiota.

—Un idiota caliente. Oye, ¿entonces vivirás con él?

—Sí, lamentablemente.

Sácale una foto mientras duerme y envíamela, ¿puedes? Apuesto que debe ser hermoso dormido —pidió enseguida, casi imaginándose al pelinegro dormido. Podía sentirse derretir de amor, seguro debía ser adorable, aunque también sería hermoso agarrarlo dormido, subirse encima y dejar que...

No fastidies, ni loco hago eso —espetó con una mueca de horror—. Joder, ahí viene. Te hablo luego.

—Ho... —pero no lo dejó terminar porque el pelirrojo cortó la llamada y guardó su móvil.

Yunho salió del despacho y le extendió una caja apenas llegó con él.

—Tu uniforme.

—Creí que ibas a demorar más —dijo mientras daba un rápido vistazo al interior. Era casi parecido al que usaba antes, así que no había real problema.

—Era algo rápido. ¿Puedes regresar solo a casa? Yo debo ir a clases.

—Claro que sí, ni que fuera a perderme —espetó altanero.

—Bien, pero ve a casa porque si me entero que te fuiste a otro lado, tendrás problemas —advirtió serio, y Jongho sólo pudo sonreír.

—Cómo usted diga, señor —se burló descaradamente.

Yunho rodó los ojos y siguió de largo para dirigirse a sus clases, mientras Jongho se regresaba por el mismo camino.

Llegó a casa de los Jeong y dejó la caja en su cuarto. No había nadie porqué los mayores seguían en la cafetería, así que no dudó en tirarse a la cama y taparse hasta la cabeza para dormir un rato.

Yonho lo había sacado muy temprano de la cama así que ahora tenía su merecida siesta, y dormiría hasta la noche inclusive porque realmente no tenía razones para estar despierto en esa casa. Ojalá pudiera dormirse esos meses que tenía que estar ahí.

Sólo debía soportar un tiempo y luego regresaría a casa, entonces no volvería a ver al chico aburrido que tenía más reglas que ganas de vivir y su vida volvería a ser lo de antes.

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora