TREINTA Y UNO

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—¿Te sientes bien?

Yunho tuvo ganas de bufar de mal humor, pero no quiso verse cómo un niñato odioso frente a su madre que se notaba preocupada, así que sólo asintió y continuó comiendo.

—¿Sabes si le pasó algo a Ho? Hoy otra vez se fue más temprano —indagó mientras se sentaba en la mesa junto a él para desayunar juntos. Su padre se encontraba en la cafetería con un proveedor así que no estaba en ese momento.

—Quizá Wooyoung lo invitó a desayunar de nuevo —masculló entre dientes, admitiendo su fastidio.

Aunque, no era la ausencia del menor lo que lo volvía una bolita de enojo y mal humor, sino que la noche anterior durmió apenas.
Había estado toda la jodida noche soñando que se follaba a Jongho. Increíble, nótese el sarcasmo.

Quería tocarlo y sentirlo cómo antes, joder, claro que sí, pero no sabía que era tanta su necesidad hasta que se vio a sí mismo, incluso un poco avergonzado cabe aclarar, tocándose a las cuatro de la mañana por culpa del mocoso que dormía en el otro cuarto.

Ojalá Jongho se hubiera metido a su cuarto, ojalá le hubiera pedido que se lo follara, y ojalá no estuviera tan reacio a estar cerca suyo como para no desayunar juntos siquiera. Mínimo. Pero no, porque Jongho llevaba dos días seguidos yéndose antes de que él se levante en la mañana. Era obvio que lo estaba esquivando, y él estaba comenzando a sentirse sumamente mal por eso.

¿Tanto lo había lastimado?

Había sido sincero, y Ho le dijo que todo estaba bien, pero obviamente le había mentido porque nada estaba bien si tanto repelús le tenía ahora. Ni siquiera compartir el desayuno con él quería, mucho menos estar juntos en el trabajo porqué el Choi se quedaba lo más alejado posible.

Toda esa situación lo estaba estresando de sobre manera.

Había pasado de estar en la misma cama con él, a estar a cinco metros lejos sin querer hablar siquiera.

—Hijo, se te hará tarde —avisó la mujer viendo el reloj en la pared.

—Ah, sí —murmuró terminándose de un sorbo su bebida ya fría.

Subió rápidamente para lavarse los dientes y juntar sus cosas para poder irse.
En el momento que salió de su cuarto no evitó notar que la puerta de Jongho estaba entreabierta. No solía ser muy curioso, pero algo lo llamaba a entrar, así que eso hizo, sin embargo la imagen que tenía enfrente suyo no le estaba gustando de nada; las maletas del menor estaban a medio llenar, algunos adornos que él mismo había comprado ya no estaban en sus respectivos lugares y la habitación ya se sentía cómo si nadie durmiera ahí.

Jongho iba a irse. Seguramente regresaría a casa dentro de poco, y eso definitivamente no le estaba gustando nada.
Quizá en un inicio la presencia del Choi no le agradó del todo por lo malcriado y caprichoso que era, pero con el tiempo supo aceptarlo y hasta tomarle cariño... vaya que sí.

Claramente Jongho había mejorado mucho su molesta forma de ser, y aunque era eso lo que justamente debía suceder para que pudiera regresar a su casa, la idea ahora mismo no le gustaba.

Suspiró pesadamente. Se estaba sintiendo tan confundido, culpable y preocupado. No supo por qué realmente estaba preocupado, pero así se sentía. Definitivamente no quería que el menor se fuera, al menos no aún.

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Cuando estacionó el coche notó que todavía era un poco temprano, así que no se bajó enseguida.
El desayuno con Woo había sido tranquilo, pero él fue sumamente temprano y ahora le quedaba algo de tiempo hasta entrar a clases.
Por unos minutos estuvo con el móvil en lo que dejaba que los minutos pasaran, pero en cierto momento un fuerte ruido afuera lo hizo alzar la vista asustado, sólo para encontrarse al mismo chico de ayer con una mano apoyada en el frente del vehículo, sonriendo burlón.

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora