CUARENTA Y CINCO

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La reunión de amigos estaba yendo bien, incluso Hongjoong que era callado y serio se veía a gusto entre los amigos de su novio, aunque Mingi al ser su primo también lo mantenía tranquilo y le evitaba las ganas de sacar a todos volando por estar invadiendo su casa.
Habían pedido comida y bebidas, así que estaban más que a gusto.

Jongho en cierto momento se levantó para ir al baño y Mingi aprovechó para ir a la cocina a buscar más latas de cerveza, sin embargo cuando cerró la puerta de la nevera frunció el ceño en el momento que vio a San apoyado en el marco de la puerta, viéndolo curioso.

—Así que Ho... —dijo el de pelo rosa con calma, aunque estaba serio—, ¿no sabe que...

—No —cortó brusco—, y espero que siga así.

—¿Por qué? Es mi amigo, y creo que tiene derecho a saberlo —objetó cruzado de brazos.

—Es mi novio y quiero ser yo quién se lo diga, ¿puedes respetar eso aunque sea? —masculló con evidente rencor mientras abría una de las latas.

San lo miró un momento frunciendo sus labios en desacuerdo, pero al final asintió no tan convencido.

—Es divertida la situación, ¿sabes? Se supone que ya no íbamos a vernos, pero ahora estamos aquí por cosa de Woo, y encima tú sales con mi amigo —comentó sonriendo—, qué divertido.

—Estuviste todo el rato lejos de él, ¿por qué? No creo que debas culparlo por algo.

—Sólo se me hace algo incómodo ahora que sé que está contigo, pero es mi amigo y tendré que hacerme a la idea de que está con mi ex —explicó tranquilo. Se separó del umbral y le dedicó una última mirada al de pelo blanco antes de dejarlo solo.

Mingi respiró hondo antes de darle otro sorbo a su cerveza. Definitivamente Jongho iba a tener que conducir porqué él había bebido y no pensaba tocar el volante así.

Volvió a la sala llevando las demás latas y enseguida se sentó nuevamente al lado del menor que no dudó en entrelazar su brazo al suyo mientras dejaba caer la cabeza sobre su hombro, soltando un pequeño suspiro.

—¿Quieres irte? —preguntó por lo bajo.

Jongho asintió en silencio. Estaba cansado y ahora mismo sólo quería dormir. Ya eran casi las once y tenía clases temprano.
Mingi sonrió y dejó caer su cabeza sobre la del menor que sonrió al sentirlo.

—Bumbita, vamos a casa —murmuró con los ojos cerrados.

—Está bien.

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—Yo con alcohol encima y tú con sueño. Dudo que lleguemos a casa en una pieza —comentó el mayor en el asiento de copiloto mientras miraba al Choi.

—Haremos el intento —respondió Jongho con una pequeña risa.

Se quedaron un momento en silencio, pero el menor se sintió observado así que miró fugazmente al Song que iba recostado en el asiento, mirándolo fijamente.

—¿Qué? —preguntó con intriga.

—No me había dado cuenta lo bien que te ves conduciendo, más caliente de lo normal.

El aludido soltó una risa nasal con diversión al oírlo, haciendo sonreír a Mingi que no le apartó la mirada para nada.

—De verdad que tomaste mucho, Bumbita —fue lo único que dijo con gracia.

—No necesito beber para verte precioso, Honguito.

Jongho sonrió avergonzado, pero sintiéndose cálido cómo nunca antes.

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora