Malcriado | 2Ho

CUARENTA Y SEIS

Estaba sumamente concentrado escuchando al profesor dar la clase. Yeosang estaba a su lado de la misma forma.

Luego de lo sucedido, nada cambió entre ellos. Ambos habían estado de acuerdo con su relación de mera atracción física, y ahora estaban de acuerdo con la finalización de ésta para continuar con una amistad normal.
Agradecía que Yeosang fuera comprensivo y no le haya causado mayores problemas.

—Jeong, el director del instituto te llama —avisó repentinamente por lo bajo uno de los supervisores, agachado a su lado.

Yunho frunció el ceño contrariado y con curiosidad, pero al instante recordó que la única razón por la que podían llamarlo del instituto era por Jongho; el día que llevó los papeles le explicó al hombre de la ausencia de los señores Choi, y que él era la persona a cargo del menor por si algo sucedía.

Algo había pasado con Jongho.

No demoró en levantarse y salir del lugar caminando a paso rápido por los pasillos hasta llegar a una de las puertas traseras y cruzar el campus hasta el instituto. Inmediatamente fue a la sala de directivos y ahí estaba el hombre, parecía que lo esperaba.

—¿Qué ha pasado? —preguntó desde la puerta, asomándose de forma impaciente.

—Choi tuvo una pelea y está en enfermería. Llamé a su casa pero sus padres todavía no regresan —explicó tranquilo, sin saber que acababa de meter la pata hasta el fondo.

Yunho frunció el ceño confundido.

—¿Cómo qué no llegan todavía? Si me dijo que... —se cortó de inmediato, pensativo. Al instante soltó una maldición por lo bajo, molesto, sumamente molesto.

Si sus padres no habían llegado, entonces Jongho quizá ni siquiera se había vuelto a casa.

¿En dónde demonios estaba viviendo entonces? ¿Había alquilado algo propio? ¿Estaba en un hotel? ¿Era idiota acaso?

—Iré a verlo, permiso —dijo y no tardó en cerrar la puerta cuando recibió el permiso silencioso del hombre.

Caminó el trayecto a grandes zancadas mientras apretaba los dientes, sintiéndose jodidamente molesto.
No sabía qué era lo que más le molestaba, el que Jongho le haya mentido, o que haya preferido irse aún cuando sus padres todavía no habían regresado de su viaje. Vete a saber en dónde estaba quedándose.

—Jongho idiota —murmuró, sin embargo, no podía evitar preocuparse por el menor.

Cuando abrió la puerta de la enfermería, se encontró a Seonghwa, el chico a cargo, tratando a Jongho que no dejaba de quejarse por lo bajo.

—Arde, arde —susurraba entre siseos mientras él limpiaba su pómulo con una notoria herida.

—¿Qué carajos te pasó? —preguntó Yunho acercándose para verlo de cerca, ganándose la mirada de ambos jóvenes—. Hola, Hwa.

—Hola Yunho —saludó el mayor sonriente.

Seonghwa conocía a la mayoría de los estudiantes de medicina porqué muchas veces iban a pedirle ayuda, incluso los de últimos años iban a la enfermería del instituto para hacer una que otra práctica.

—Yunho, ¿qué haces aquí? —preguntó Jongho claramente sorprendido de verlo—. Joder, ¿puedes tener más cuidado? —masculló de mala gana viendo de reojo al chico que sonrió divertido.

—Lo hago lo más cuidadoso que puedo, pero tú eres un llorón, niño —dijo sin problemas, ganándose la mirada ácida del pelirrojo.

—Déjame a mi —ofreció el pelinegro quedando a su lado, cosa que ella no dudó ni un segundo.