Ya debería haber salido del instituto puesto que eran más de las cinco de la tarde, pero había olvidado que los lunes le tocaba educación física cómo hora especial al finalizar sus clases normales.
Comenzaba a ponerse de mal humor porque lo único que quería era regresar a casa, cumplir su horario de trabajo e irse a dormir.No había tenido que pensar mucho en lo hablado con su mejor amigo, porque de hecho la idea de Wooyoung no era mala además que lo ayudaría en su desastrosa situación.
Llevaba sin ver a Yunho desde el día anterior. No lo había visto antes de entrar a clases y esperaba no verlo en todo el día, pero esperar eso era estúpido sabiendo que debían trabajar juntos. Iba a tener que verlo y estar cerca suyo aunque no quisiera.
En esos momentos le encantaría ser un insensible que no sintiera tal vergüenza ni humillación, lo suficientemente fuertes como para no querer estar cerca suyo ni por un rato. Que lindo sería si sólo pudiera pasar por alto todo y no sentirse pequeño e insignificante de sólo pensar en lo que había pasado.Se arrepentía de todo. Desde haber sido un niñato tonto que fue la causa por la que terminó en casa de Yunho, hasta el haberse sentido atraído por él al punto de acostarse sin pensar en nada.
Nunca pensó que terminaría con sentimientos, y mucho menos que tendría una consecuencia tan desastrosa.
—¡Choi! ¡Despierta! —gritó el profesor a lo lejos.
Jongho alzó la vista en un segundo, pero no alcanzó a decir nada cuando sintió que su estómago era fuertemente golpeado con el balón.
Soltó un quejido por lo bajo mientras se encogía sobre sí, intentando respirar bien porque el golpe había sido tan fuerte que le arrebató la respiración en un instante.—Joder, lo siento —dijo su compañero mientras se agachaba a su lado luego de haberse acercado corriendo—, no creí que fuera a golpearte.
—Choi, ve a sentarte mejor —demandó el hombre llegando con él.
Jongho sólo asintió y se enderezó para comenzar a caminar recuperando de a poco la respiración. Fue hasta el banco algo alejado del campo y se sentó con un pesado suspiro. Se paró y le dio la espalda a sus compañeros para alzar su remera del uniforme deportivo y se miró, haciendo una mueca al notar el círculo rojo en todo su abdomen.
—Eso se ve doloroso.
Inmediatamente bajó la prenda y alzó la cabeza, encontrándose a un chico de pelo blanco que lo miraba con cierta diversión, casi colgado del cerco de alambre que dividía un establecimiento del otro.
—Lo fue —respondió castamente, intentando ser serio y hasta algo seco.
El chico al otro lado se veía cómo el típico bravucón que molestaba a todos, y realmente no quería que lo viera cómo una especie de nuevo juguete, a pesar de que no compartían el mismo lugar de estudio.
El de pelo blanco sonrió levemente y sacó un cigarro apoyándose de lado en el pequeño muro de ladrillos debajo de la cerca, como si tuviera alguna intención de quedarse y hacer sociales.—¿Quieres? —ofreció a un receloso Jongho que sólo negó en silencio y se sentó nuevamente en el banco, pero al igual que él, no le dio la espalda—. Tu profesor no está viendo.
—No fumo, y tú no deberías tampoco porque estás dentro del campus.
—Pero nadie está viéndome, además tampoco está prohibido fumar aquí afuera —respondió desinteresado. Le dio una calada al pequeño tubo y expulsó el humor de forma lenta—. ¿Cómo te llamas, niño?
—¿Niño?
—Eres menor que yo si estás de ese lado.
—Tengo diecinueve, no soy un niño.
—Tengo veintidós, así que para mi sí lo eres. Además, ¿qué haces en un instituto con diecinueve años? Niño burro —se burló descaradamente, cosa que estaba sacando de quicio a Jongho.
¿Quién era ese idiota? Ni siquiera se conocían y ya le estaba tomando el pelo.
—Repetir año por burro y hacerlo por no asistir nunca son cosas distintas.
—Entonces eres un burro perezoso, eh —volvió a burlarse.
—Oye, no te conozco, así que vete a molestar a otro lado —gruñó molesto, pero esto no hizo más que causar una sonrisa en el chico extraño que se había acercado de la nada.
—Tienes razón, lo siento —dijo finalmente, riéndose por lo bajo—. Me llamo Mingi. Ahora te toca decirme tu nombre.
—Otro día —se mofó esta vez. Se colocó de pie y se fue sin decirle nada al de pelo blanco que sonrió de lado sin quejarse ni reclamar la clara burla del menor.
Tarde o temprano sabría cómo se llama.
Jongho pidió permiso para irse antes de que la hora terminara, así que fue por sus cosas al casillero y salió del instituto casi vacío, puesto que los salones estaban solamente ocupados por el personal de limpieza. Los únicos en clases eran los estudiantes con horas especiales.
Salió del lugar y fue hasta su auto. Cuando abrió la puerta para subirse, vio que Yunho se acercaba así que no hizo más que suspirar pesadamente y prepararse para cualquier cosa.
—Ho, ¿Puedo irme contigo? —preguntó cuando estuvo a un lado—, no tengo ganas de caminar.
El menor no demostró su incomodidad. No estaba nervioso, sólo incómodo y sin ganas de ir en un pesado silencio con el mayor, pero lamentablemente no le salió decirle que no así que sólo asintió y el pelinegro no tardó en abrir la puerta de copiloto y subirse.
Jongho arrancó intentando ignorar que tenía a Yunho sentado al lado, de forma contraria se tiraría del vehículo porque realmente no quería estar ahí en esos momentos.—Así que hoy fuiste a casa de Wooyoung —comentó de golpe el mayor, incluso si hablaba se notaba que también estaba incómodo.
—Sí, me invitó a desayunar con él.
Yunho mantenía la vista en la ventana. Mentiría si dijera que no tenía ganas de mirar al menor, pero la verdad era que incluso hasta tenía ganas de besarlo, sin embargo ya no podía... o al menos eso creía si lo pensaba con lógica.
—Odio esto —soltó de la nada, decidido a decir lo que pensaba. No quería quedarse con nada—, no quiero que ahora estemos incómodos, Jongho. Lo que pasó...
—No te preocupes, hyung, no pasa nada. Ya aclaramos todo, ambos fuimos sinceros y eso es lo que importa —interrumpió seriamente, sin apartar los ojos de la calle.
—Lamento lo que te dije, no quería lastimarte —dijo por fin, pero el menor sólo se encogió de hombros y lo miró unos segundos con una pequeña sonrisa que escondía más de lo que en realidad mostraba.
—No pasa nada. Fuiste sincero y te lo agradezco.
Yunho lo miró unos segundos, incluso cuando Jongho se detuvo en el garaje de la casa de los Jeong él lo siguió mirando fijamente, pero el pelirrojo hizo caso omiso a su insistente y pesada mirada y sólo agarró sus cosas y se bajó del coche, dejándolo solo en el interior.
Yunho suspiró resignado. Era obvio que Jongho estaba molesto, y él estaba siendo egoísta porque a pesar de lo que le dijo el día anterior, esperaba que nada cambiara entre ellos.
¿Cuándo se había vuelto tan egoísta?
Esperar que nada cambiara a pesar del rechazo cruel era un gesto sumamente egoísta, y lo peor era que estaba enojado por la indiferencia del menor.
Se estaba sintiendo repentinamente confundido con lo que pasaba con él.Quizá se debía a que le tenía cariño a Choi y no quería que todo estuviera mal entre ellos, pero sabía que había algo más porque esperar que nada cambiara no era resultado del simple sentimiento de cercanía.
Había algo más, pero no quería indagar en ello por temor a terminar descubriendo algo más.No iba a obligarlo a nada, le daría tiempo hasta que Jongho se sintiera mejor y más tranquilo para volver con él cómo antes.
Jodidamente egoísta, pero no podía evitarlo.
Había descubierto que le encantaba tenerlo, incluso si era de una forma superficial y carente de sentimientos.
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Malcriado | 2Ho
FanfictionChoi Jongho es un chico de diecinueve años con graves problemas de comportamiento y actitudes totalmente desubicadas. Un malcriado en todo el sentido de la palabra. Su vida perfecta se verá perjudicada cuando sus padres decidan sacarle todo y en...