CINCUENTA Y TRES

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Jongho no recordaba otro momento en el que haya estado tan apenado... o quizá podía compararlo con el día cuando Yunho supo de sus sentimientos y él no sabía en donde esconderse de la vergüenza.
Ahora mismo estaba queriendo levantarse y correr mientras la madre del mayor los miraba en silencio y llena de sorpresa.

Se iba a quedar a esperar la histeria, los gritos y quizá una patada en el culo, pero cuando la mujer abrió la boca el sorprendido fue él.

—¡Le gané una cena a tu padre! —chilló emocionada.

—¿Eh? —murmuró el menor pasando rápidamente la vista a un divertido Yunho.

—Mamá, dime que no apostaste con papá sobre nosotros.

—Claro que lo hice, tesoro. Tu padre me discutía que no, que no pasaría nada, y mírate nomas —espetó señalándolos sin borrar su sonrisa emocionada—, ahora por tonto iremos a cenar y me comeré todo —agregó, y sin más se fue nuevamente mientras llamaba a gritos al hombre.

Jongho no salía de su asombro. ¿Acaso no iban a gritarle o decirle que se aleje de su correcto hijo?

—No entiendo qué acaba de pasar —dijo todavía en trance.

Yunho sonrió y enseguida agarró el rostro del menor para plantarle un casto beso, sacándolo del trance.

—Mis padres tienen la costumbre de apostar entre ellos, y siempre soy yo la víctima de sus apuestas —explicó el pelinegro mientras sonreía divertido.

—Sí pero... hyung, ¿ellos saben que... bueno, que te gustan los chicos? —inquirió en un balbuceo.

—Yo mismo se los dije hace años —admitió, viendo la sorpresa y admiración en el rostro del pelirrojo—, siempre he sido unido con ellos, pero lo mejor es que tenemos confianza. Cuando tenía malas notas yo mismo les decía, o cuando una vez me escapé del instituto también se los dije. Siempre he preferido que se enteren por mi.

—Y... ¿qué te dijeron cuándo les dijiste?

—Se sorprendieron, y yo tuve miedo por un momento, pero no les llevó nada aceptarlo... aceptarme a mí. Aunque de todas formas me gustan las chicas también, pero ya ha pasado un tiempo que no me intereso en ninguna.

—Creo que ahora entiendo porqué ellos están tan orgullosos de ti, y el porqué tú los cuidas tanto —dijo Jongho sonriendo, aunque no demoró en bajar la mirada con tristeza, cosa que Yunho notó al instante—. Yo nunca tuve esa relación con mis padres, siempre les mentí e hice lo que quise, y ahora quiero decirles que me gusta un chico pero no sé cómo hacerlo. Me da miedo —confesó preocupado.

—Lo sé, te da miedo que no te acepten, pero Ho, si te querían siendo un malcriado de mierda dudo que no lo hagan ahora —dijo sonriendo conciliador, y en cuanto el menor alzó la mirada para verlo con los ojos entrecerrados no retuvo su risa de burla—, ¿qué? Intento darte ánimos, además yo soy el chico que te gusta, tengo que darte tranquilidad al menos.

—¿Por qué será que cada vez que dices eso puedo sentir el orgullo en tus palabras, Yonho?

Yunho rápidamente soltó a reírse.

—Lo más gracioso es que antes odiaba los apodos horribles esos, y ahora me encantan —admitió entre risas.

Jongho sonrió, pero inmediatamente se puso serio.

—Vamos a tu cuarto, Yonho —dijo de repente, ganándose la mirada del pelinegro, pero él enseguida agarró el cierre de la campera—, es que la campera de Mingi es calurosa y necesito una remera, ¿me prestas una? —aclaró rápidamente.

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora