VEINTICUATRO

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Jongho estaba en su cuarto luego de haberse bañado. Ya habían cenado con Yunho, y el mayor estaba duchándose en esos momentos mientras él daba una última lectura al libro que necesitaba estudiar para su examen.

En ese instante, el sonido de su puerta abriéndose lo hizo alzar la vista fugazmente para encontrarse con el pelinegro entrando a su cuarto ya preparado para dormirse; sólo un pantalón holgado, y una toalla que se encargaba de secar su cabello.

—¿Cómo vas con eso? —preguntó Yunho desde la puerta, dejando su labor.

—Bien, creo —respondió dando vuelta la página.

El pelinegro sonrió y enseguida se acercó tranquilo. Se estiró y le sacó el libro de las piernas, ganándose la mirada interrogante del menor.

—Ahora mismo pienso que algo de motivación te vendría bien —dijo sonriendo ladino.

El pelirrojo lo miró unos segundos, pero al final se deslizó rápidamente hasta el borde y no dudó en comenzar a depositar besos sobre el abdomen del pelinegro que se mordió el labio al verlo, acariciando los cabellos rojos mientras disfrutaba de la húmeda y cálida sensación.

Yunho agarró el rostro de Jongho y se inclinó para besarlo suavemente, cosa que duró poco cuando tomó el labio inferior entre sus dientes y lo estiró sonriendo, sacándole un pequeño gemido ahogado al menor.
El pelirrojo no lo soportó, sólo lo agarró del cuello y lo obligó a caer encima suyo mientras lo besaba con demanda, casi desesperado.

—Creo que alguien está necesitado —murmuró el mayor, sonriendo sobre los labios ajenos.

—De ti, papi —musitó ronco, comenzando a mover sus caderas contra las ajenas. No reprimió un gemido cuando sintió la dureza del pelinegro—, hmm… —jadeó mientras sentía los labios y dientes pasarse por su cuello, besando y mordiendo.

Yunho deslizó una mano por el costado del pelirrojo hasta terminar en su glúteo, el cual apretó fuertemente.

—Dime lo que quieres —demandó mientras abría el pantalón del menor, arrodillado entre sus piernas—, dime lo que quieres, Ho.

—A ti dentro de mi, papi —dijo jadeante, viendo las manos del pelinegro bajar su prenda, dejando a la vista su polla dura—, ¡hmm! Qué bien s-se siente —susurró sintiendo las manos apretar su erección.

—¿Te gusta?

—S-Sí.

El mayor se acostó encima suyo mientras seguía masturbándolo, haciendo gemir al menor mientras éste enterraba los dedos en su espalda desnuda, arqueándose entre gemidos bajo la mirada brillante y atenta del mayor que sonreía torcido al verlo convertirse en un desastre poco a poco.

Repentinamente, Jongho lo empujó para dejarlo acostado mientras él se sentaba para quitarse el calzado y el pantalón, sentándose enseguida encima del pelinegro que agarró sus muslos y los apretó mientras lo miraba.

—Muévete —demandó acariciando el torso del menor por debajo de su camiseta.

Y Jongho obedeció al instante, comenzando a mover sus caderas en círculos sobre la erección del mayor que enseguida jadeó ronco. El pelirrojo sonrió ladino mientras agarraba la mano ajena sobre una de sus piernas y se llevaba dos dedos a la boca, chupándolos lentamente mientras seguía moviéndose encima del bulto ajeno.

Yunho se sentó y lo besó fuertemente mientras descendía la mano que Jongho había tomado recién y no dudaba en pasar ambos dedos mojados por la entrada del menor, sacándole gemidos mientras éste enredaba los brazos en su cuello.

—Ah... papi —gimió cuando un dedo entró en su interior, moviéndose lentamente.

El pelinegro sonreía mientras lo miraba, sintiendo las caderas ajenas moverse con desesperación para tener más contacto con sus dedos que entraban y salían de su interior.

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora