CINCUENTA Y SIETE

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Jongho miraba en silencio a los mayores mientras ellos se mantenían concentrados en la hoja que les mostraba las calificaciones del menor.
Sus labios se mantenían presionados y sus manos intentaban mantenerse tranquilas sobre su regazo, pero poco demoraba en jugar con ellas por los nervios.

  En realidad, no debería estar tan nervioso porque de hecho esos números sobre la hoja eran bastante buenos, a comparación del "uno" que solía tener en su anterior instituto.
Cuando vio a su madre alzar la mirada sobre el papel y a su padre recargarse mejor en el sofá cruzándose de brazos, no evitó que su estado de ansiedad aumentara.

—¿Esto es tuyo? —inquirió la mujer, moviendo la hoja.

—Sí.

—¿En serio? —volvió a preguntar sin creérselo—, ¿dónde están tus bajas notas, hijo?

—En mi antiguo instituto, ma —respondió sonriendo, más confiado.

Sus padres sonrieron enseguida y el papel regresó con él.

—Me alegro, hijo, la verdad que estoy impresionado —dijo el hombre—, estoy orgulloso, ahora sí que lo estoy.

—Gracias papá —dijo emocionado sin reprimir su impulso de comenzar a dar pequeños saltitos en su lugar.

Su madre no tardó en levantarse para ir con él y sentarse a su lado, abrazándolo al instante.

—Estoy tan orgullosa, Jongho. Recuerdo tus horribles calificaciones, o el número de inasistencias que tenías, pero ahora me traes esto. Qué hermosa bienvenida, cielo, lo has hecho muy bien —felicitó sin soltarlo.

—Yunho sí que hace milagros —comentó el mayor riéndose.

—No te imaginas —susurró el pelirrojo pensando en su Yonho, accionar que inmediatamente lo hizo enseriar al recordar lo otro que debía hablar con sus progenitores—. Mamá, papá, hay algo que debo decirles.

—¿Qué pasa, cielo?

Sohee regresó al lado de su esposo y ambos miraron a su hijo que rápidamente se había puesto serio, cosa que llamó su atención.

Jongho respiró hondo, no sabía cómo decirles lo otro. No sabía si ser cuidadoso con las palabras o soltarlo de una, cómo una bomba.

—Bueno, lo que tengo que decirles es... es... serio, muy —comenzó diciendo, causando la preocupación de sus padres.

—Jongho, no nos asustes y dinos qué ocurre.

—Soy gay —confesó finalmente, muriéndose de pena—, bisexual, mejor dicho, aún... aún me gustan las chicas —corrigió al instante, estúpidamente creyendo que con aquello la posible decepción de sus padres sería menos severa.

—Pero si siempre estabas con chicas, ¿cómo así tan repentino? ¿Estás seguro? Quiero decir... —balbuceó la mujer sin saber qué decir realmente. Le costaba creerlo. No porqué tuviera algún problema, sino que toda su vida había visto a Jongho con mujeres, a no ser...—, no me digas que ha pasado algo con Wooyoung —dijo impresionada.

—¡Con él no, ma! Es mi mejor amigo, además Woo ya tiene a alguien —aclaró rápidamente, sonrojado.

—Jongho, hijo, esto no es un juego. No puedes ir por la vida diciendo algo así sin estar seguro —reclamó su padre.

—Estoy seguro porque... porque estoy con Yunho hyung —admitió bajando la vista.

—Oh... eso tiene sentido, de él sí sabía porqué me lo contó —dijo ella pensativa, luego miró a su hijo que estaba totalmente quieto en su sitio—. Entonces... este cambio es gracias a que estuviste viviendo con Yunho, te gustó y ahora están juntos, ¿me equivoco?

Malcriado | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora