Capítulo 2

217 23 7
                                    

Abro los ojos débilmente, pero al momento me arrepiento debido a la luz que intenta asesinarme por los ojos. No sé dónde estoy, no recuerdo nada y eso solo significa una cosa la cual no quiero aceptar.

Respiro con profundidad para no maldecir y me acomodo en el asiento con una sola mano, mientras que con la otra tapo mis ojos. Me duele demasiado la cabeza para intentar observar a mi alrededor.

—Oh, despertaste. —La mujer en el asiento frente a mi eleva la voz, haciendo que mi atención pase a ella. ¿Quién mierdas es y dónde estoy? —¿Te molesta la luz? —muevo la cabeza en afirmación y tan pronto como lo hago las ventanas empiezan a oscurecer. —Listo, ¿Mucho mejor?

—¿Quién eres? —no recuerdo haberla visto nunca en mi vida. Intento buscar mi celular, pero no lo encuentro. —¿Dónde está mi celular?

Hace una mueca y mira al conductor. El corazón me empieza a bombear rápidamente provocando ansiedad por no saber que hago en un auto con gente que no conozco.

—¿No te acuerdas de mí? —alzo una ceja, incrédula por su pregunta.

—Si pregunto es por algo, ¿No crees?

—Vaya, te prefiero borracha —murmura.

—¿Dónde estoy? —intento ignorar su comentario viendo mi alrededor con mucho detalle a pesar del dolor.

Los asientos del auto son sorprendentemente blancos. Los toco pasando mi mano suavemente. El ambiente me parece un poco familiar, pero al momento elimino ese pensamiento ya que nunca he visto a estas personas en mi vida. Una imagen lejana pasa por mi mente cuando vuelvo a cerrar los ojos, pero así como vino se fue.

—¿No recuerdas nada? —pregunta luego de un rato.

¿Por qué no puedo recordar nada? Normalmente el alcohol no hace esto en mí.

—No, ¿debería? —suelto a la defensiva. Niega.

—Vaya, andas a la defensiva. —Se acomoda en su asiento fijando su vista al frente. —Tranquila, ya estás en tu estancia.

Las ventanas bajan mostrándome el hotel donde me quedo. Bajo rápido pensando en la más retorcida situación. La mujer baja también y se cruza de brazos viéndome con una sonrisa.

No tengo ni la menor idea de que ha sucedido anoche, pero me siento extrañamente cómoda a su alrededor. Me da un poco de vergüenza preguntarle quién es.

—¿Estás bien? —pregunta acercándose un poco.

—¿Tú qué crees? No te conozco, no sé qué hice ayer y me duele la cabeza.

—¿Quieres algo?

—Mi celular —suelto desconfiada. ¿Por qué es tan amable conmigo? —¿Tú y yo...?

Se me hizo inevitable no preguntarlo. No me gusta la comodidad que hay entre ella y yo.

—No, para nada. —Niego al momento, pero cuando intento decir algo más, ella abre la boca. —Te conseguí en el baño llorando con una botella, dijiste que querías dormir y antes de que encendiera el auto te quedaste dormida y nos hemos mantenido rodando desde entonces.

Su naturalidad al decir lo que supuestamente pasó me hace dudar un poco más de lo normal.

—¿Cómo sabes dónde vivo? —se encoge de hombros, sumamente despreocupada.

—Me lo dijiste anoche.

Mis ojos se cierran debido al dolor que siento por la luz mañanera. No puedo pensar en sí me estaba mintiendo o no, solo quiero dormir.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora