Capitulo 9

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—¿Yallah? —Ayzha eleva la voz y el hombre frente a mí abre los ojos poco a poco. —¿Qué hiciste con Enya? ¡Yallah!

—Ay no puede ser...

Intento buscar mi ropa, pero al parecer ha desaparecido de la faz de la tierra, ya que no la encuentro por ninguno lugar cercano a mí.

Le doy gracias a las oscuras cortinas que nos tapan de los ojos de Ayzha cuando me levanto de la tumbona. Yallah solo se ríe de mi situación mientras se quita el condón con cuidado y pasa una toalla húmeda por su miembro. No sé de dónde la ha sacado pero siento la necesidad de limpiarme.

—¡Ayúdame, maldita sea!

—¿Cálmate quieres?

—Ayzha puede entrar en cualquier momento y lo menos que va a estar es calmada.

—Tienes razón.

Tomo la ropa que me da Yallah y corro al baño de la piscina, el cual pude ver antes de tener el orgasmo más incómodo de mi vida. Eso solo me recuerda a la incomodidad que siento entre las piernas.

Estoy a punto de devolverme a pedirle las toallitas, pero cuando entro al baño me doy cuenta que hay por todo el lugar. Al sentarme en el inodoro y limpiarme, veo que la toallita blanca se torna de un color rojizo que hace que mi corazón se acelere.

Tenía sangre.

Y mucha.

Maldito villano de Disney.

Unos golpes en la puerta me desesperan aún más. No sé dónde meterme. Todo el alcohol que tenía en mis venas a desaparecido por completo, solo queda mi yo altamente nerviosa.

—¿Enya? —es Ayzha. Mierda, mierda y más mierda.

Antes de responder, me apresuro a ponerme mi ropa, la cual esta levemente mojada por los charcos de agua que hay cerca de la piscina.

Maldita sea.

—¿Sí?

—¿Estás bien? —muevo la cabeza en afirmación y cierro los ojos al darme cuenta lo que estoy haciendo.

No te puede ver, imbecilidad.

—Sí, si.

—¿Necesitas algo? ¿Seguro que te sientes bien?

Dudo por un segundo. Si necesito algo con urgencia y es irme a mi casa, pero no puedo salir de aquí con la vagina goteando en sangre con un pantalón blanco.

—¿Puedes traerme alguna toalla intima?

—Está bien.

Luego de algunos minutos de pensar en lo que estaba haciendo y en dónde me estaba metiendo, Ayzha toca la puerta y la abre lentamente tendiéndome la toalla sin verme. Le agradezco, me la pongo y salgo corriendo.

Esto se siente vergonzoso.

—Traje comida. —Ayzha aparece detrás de mí con una sonrisa nerviosa cuando entro a la casa. —¿Tienes hambre? En el bar hay más vodka, por si gustas.

No voy a beber alcohol más nunca en mi vida.

—¿Qué vamos a comer? —le sonrío y en silencio comemos, de vez en cuando viéndonos por un largo rato a los ojos, tratando de adivinar que pensamos.

Nota mental: confiar en Ayzha no es una opción.

—¿Comen sin mí? —Yallah aparece alterando toda la calma que pude conseguir en mi interior. Tengo ganas de vomitar.

—Ya tú comiste —hablo tratando de tragarme el pedazo de pan que se había atorado en mi garganta.

—Tienes razón... —al acercarse a mí, toma un mechón de mi cabello y sonríe, sin hacer el momento íntimo. Su acción pareció más por instinto, que por otra cosa. —Pero quedé con hambre.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora