Capítulo 23.

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20 de diciembre 2020.

Parte uno. 

Recojo mis cosas con tranquilidad y decisión, observando mi alrededor por si algo se me olvida.

—Ya estoy lista para este viaje familiar. —Mi hermana aparece alterando mi tranquilidad. Suspiro y cierro la maleta llevándola al salón con ella persiguiéndome.

—No es un viaje por gusto, Zenya. Así que mentalízate.

Siete días han pasado desde ese día, desde que armamos el plan principal y pasaron otras cosas. Los detalles lo hablamos después, días de mucha preparación minuciosa.

Para ser sincera y no evadir lo que siento, ese bendito beso está en todas las esquinas de mi cuerpo y en cada mínima partícula de mi sangre. Me gusta lo que vi y lo que sentí, me gusta lo que estoy sintiendo y todo eso he logrado resumirlo en una sola palabra:

Seguridad.

Y no pensé en sentirla con él. Jamás.

Ya centrándome en el momento presente, voy hacia la habitación de Irinna y apenas abro la puerta, ella suelta todo lo que había estado haciendo, un arma cae en mis pies y alzo una ceja recogiéndola.

—¿Armas? ¿De dónde las sacaste? —me acerco a ella y se aleja, simulando recoger más prendas de ropa.

—No eres la única con un pasado traumático. —Me siento en la cama observándola fijamente con la curiosidad a flor de piel. —Lamentablemente se ha vuelto una necesidad básica tener armas contigo cuando eres una mujer en esta sociedad —dice tajante.

Desde que le dije a Irinna que nos íbamos a Italia ha estado actuando a la defensiva con cada cosa que diga, por una parte la entiendo, pero me gustaría que hablara conmigo y me haga saber qué es lo que le incómoda.

—¿Estás bien? —cuestiono con cuidado.

—No me preguntes eso, Neyaisav.

—Precisamente porque sé qué no lo estás te pregunto. —Me levanto de la cama y me le quedo viendo con los brazos cruzados.

Irinna resopla y se tira al suelo, recostando su espalda de la cama. La situación por más lejana que parezca de mis pensamientos, me recuerda a esa noche cuando Hamad me dijo todo lo que planeaba hacer conmigo. Sonrío rápidamente y me siento en el suelo.

—Tengo miedo. —Irinna suelta todo el aire que tenía acumulado.

Lo supuse. Por más fuerte que ella parezca, sé que por dentro hay una pequeña rata asustada con todo lo que está sucediendo.

—Nada va a pasar. —Trato de que mi voz suene cuidadosa, pero logro lo contrario.

—Muchas cosas están pasando y van a pasar. —Su voz suena gélida. Sigue sin mirarme a los ojos. —¿Cuándo me ibas a decir que prácticamente era la maldita reina de un país?

Abro lo ojos y empiezo a toser dándome pequeños golpes en el pecho. ¡¿Qué?!

—¡¿De qué hablas?! —cuestiono después de un momento de recomposición por mi cuenta. —¡No soy la esposa ni mucho menos la novia de Hamad, Irinna!

Irinna resopla y pone los ojos en blanco. Carraspeo tratando de evitar ahogarme con saliva nuevamente.

—Veo como se miran, como se sienten cuando están juntos. Los ojos hablan más que las acciones, Neyaisav Deva Nov... —me siento muy débil en estos momentos como para oponerme a lo que dice.

—Ahora me siento regañada —la interrumpo rápidamente antes de que diga mi nombre completo. Me siento a su lado y suspiro.

—¿Tienen algo? —cuestiona acomodándose en el suelo, colocándose frente a mí con curiosidad.

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