Capítulo 13

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Trato de no subir corriendo las escaleras y llegar hasta la maldita habitación, pero tengo la vista de Antoni sobre mí, y sé que me ha visto salir del puto baño con Yallah detrás de mí.

Recordando el contexto y el plan trazado en el maldito baño, tengo que irrumpir en la habitación antes de que Danno nos dé luz verde para hacerlo. Tengo que sacar los malditos registros de ahí antes de que alguno de mis compañeros llegue.

Antes de llegar a la habitación, un blackhead me espera, el cual tiene todo lo que necesito, según. Ya que lo que había en el baño no me sirve de nada, por primera vez dentro de mi ignorancia creo que Hamad se había equivocado conmigo.

Ya llegó Costa —informa Danno. Me detengo abruptamente a mitad de las escaleras y maldigo por lo bajo. —A sus posiciones.

Alzo la vista y veo a Hamad al pie de la escalera, observándome con curiosidad. No puedo hablarle, no puedo hacer nada que me ponga en evidencia y sé que Antoni me sigue observando desde hace un rato largo.

—Enya —escucho la voz de Giancarlo e inmediatamente empiezo a buscarlo con la mirada. —Aivy llegará sola. Necesito que estés frente a ella en todo momento, por si ves algo que yo no veo. Evitemos conflictos, por favor.

Aprieto los dientes y tomo una respiración profunda.

—Como mande, jefe. —Un sentimiento no muy bueno empieza a surgir dentro de mí hacía él.

Camino hasta la entrada y me posiciono cerca de Bruno.

Cuando Aivy llega, la veo caminar con curiosidad hacia nosotros, ver sus tacones acariciar el suelo me hace sentir muchos escalofríos. Trato de mantener el equilibrio, trato de qué de mis ojos no salga lágrima alguna cuando veo como Giancarlo le ofrece el brazo.

—Martin, frente a ti en un vestido color terracota —le informo. Sus ojos me enfocan y los escalofríos vuelven a hacerse presente.

Pierdo la noción del tiempo cuando me sonríe de la manera más tierna posible mientras se agarra del brazo de Giancarlo.

—Sin obscenidades, se les agradece —habla Bruno a mi lado. A veces quiero meterle una media en la boca cuando dices cosas fuera de lugar. —A su derecha, traje azul oscuro.

Lo veo y se encoje de hombros sonriendo.

—¿Qué?

—Cállate.

—Estás celosa... —canturrea en su posición y yo cierro los ojos, evitando ponerme agresiva.

Enya concéntrate.

Repaso mentalmente el plan que hace minutos hice con Yallah y doy pasos mentales hacía lo que haré.

Tengo que entrar a esa habitación sin que mis compañeros se den cuenta, no sabría que decir si lo llegaran a hacer. Pensemos que no pasará.

—Estaremos pendiente a tu señal, roja —musita Bruno, que al verlo, levanta su copa hacia mí y se bebe el contenido de un solo trago.

No digo nada y vuelvo a subir las escaleras. Yallah ya no está dónde lo había visto por última vez y le agradezco internamente por eso.

Camino hacia la habitación, moviendo mis caderas como si la alfombra roja que había en el pasillo fuera una pasarela. Me siento ridícula.

—Muchachos. —Asiento y cuando trato de entrar me detienen agarrándome de los brazos. Me zafó de ellos y doy dos pasos hacia atrás. —¿Qué les pasa?

—¿Quién es usted? —pregunta uno de ellos en ese acento tan raro que tienen.

¿Es una trampa?

No me digas que me acabo de equivocar.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora