Capitulo 37.

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En algún lugar en el océano atlántico...

Yallah.

Sigo observándola fijamente mientras escucho como la bebé frente a mí empieza a quejarse.

¿En que momento se me ocurrió decirle a alguien como ella que fuera mas que mi socia? Puede matarme aun durmiendo...

Neyaisav está dormida a frente a mí. Por momentos ella salta en su asiento y habla, inquieta, pero al poner mi mano en su pierna se tranquiliza.

Lo que pasó ayer no fue nada sorprendente, pero lo que sucedió después que no estuve por unos minutos, si lo fue...

A pesar de que siento que la conozco, a la vez no. Oculta muchas cosas, y con toda su razón, no soy quién para bajar los muros que ha construido toda su vida para protegerse.

Ella nunca va a dejar de sorprenderme.

La siento como mía, a pesar de que no lo es.

Nuestra conexión va más allá de lo socialmente conocido, ya que nuestras almas seguramente se conocen desde mucho antes de bajar a este inmundo planeta. Ella es mi gracia en plena desgracia.

Mi atención pasa a estar hacia la bebé, que ya ha despertado y me mira con curiosidad y me sorprende que no llore a pesar de que soy un desconocido para ella.

Yo fui el primero en despertar. Según el doctor antes de que el jet despegara, la pérdida de sangre no fue mucha, lo que causó mi desvanecimiento fue el estrés que vengo sintiendo desde hace meses por todo lo que tengo en mi cabeza. La bebé está bien, al parecer la sangre de su nariz fue la consecuencia de la falta de aire y su desesperación por respirar. Por otra parte, la herida en el hombro de Neyaisav es peor de lo que parece, ya que ha tocado el hueso y no sé espera mucho sobre la movilidad de este.

Justo ahora nos encontramos en el jet de camino a Norín.

—¿Su majestad? —dejo de tener una guerra de miradas con la bebé y veo a mi informante llamarme desde la cabina. —El presidente de Italia quiere hablar con usted.

Trato de levantarme lo más rápido que puedo, apoyando todo mi peso en la pierna que tengo buena junto al bastón. Lo que me faltaba.

Me siento frente a la laptop alejándome un poco de las dos mujeres, pero sin perderla de vista, me pongo los audífonos y activo la cámara.

Su majestad rey de Norín —musita con sarcasmo Franccesco, presidente de Italia.

Peter, mi informante, me tiende una camisa blanca y me la pongo al mismo tiempo que saludo a la persona frente a mí. Que indecente de mi parte tener una conversación política sin camisa...

—Franccesco Beglino. ¿A qué se debe tu llamada? —mi tono de voz es el mismo.

Sin emoción alguna.

—Me ha llegado información sobre un acontecimiento poco agradable por parte de mi gente en otro país, que casualmente tiene que ver contigo.

—Si tratas de preguntar qué si estoy bien, sí, estoy excelente. —Veo el estómago de Neyaisav para cerciorarme si sigue respirando. La bebé se volvió a dormir. —Sin embargo, fui una víctima más, ya que ese confrontamiento no tenía nada que ver conmigo.

Estoy paranoico.

—¿Víctima? —sus cejas pobladas entran en mi atención.

—Tus hombres han estado persiguiendo sin razón a una bebé de tan solo tres meses de vida. —Abre sus ojos y puedo notar como realmente lo acabo de decir le ha tomado por sorpresa. —El señor Antoni Gallo murió en manos de una ex-agente de la misma empresa. Su nombre es Neyaisav Nóvikov y gracias a ella la niña está viva.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora