Capitulo 36.

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ADVERTENCIA +21

Escena muy violenta, sangre, maltrato, muertes.

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El tiempo no me da para pensar. Empiezo a correr como si de ello depende mi vida, sin rumbo fijo.

—¡Dime qué pasa, Nóvikov! —lo oigo gritar, pero lo ignoro, quitando mis tacones tratando de correr más rápido.

Sabía que esto iba a pasar. Sabía que si me despegaba de ella tan solo cinco minutos esto iba a pasar.

—¡Maldita sea! —las lágrimas salen cuando me doy cuenta que ni siquiera estoy a mitad de camino y me falta muchísimo por llegar. —¡Mierda, mierda, mierda!

Mi respiración está completamente agitada y por un momento siento que no puedo respirar hasta que el calor de Hamad me remueve.

—¡¿Qué pasa?! —Yallah toma mi cara entre sus manos y yo entro en desesperación al no saber a dónde ir o cómo llegar hasta la casa de Bruno. —¡Dime!

—Antoni... Antoni. No puede tocarla, ¡No puede! —mi cerebro ha entrado en modo avión ya que lo que quiero decir verdaderamente, no sale de mí boca.

Me zafo de él y empiezo a correr nuevamente, Pierdo más tiempo estando parada a mitad de la calle sin hacer nada, que corriendo tratando de llegar al tiempo que sea. Sin embargo, mi medio de transporte se ve detenido por los brazos de Yallah que envuelven mi cintura y me mete un auto.

Hamad empieza a moverse sacando cosas por debajo del asiento. Logro percibir de pronto como comienza a sacar un chaleco antibalas, par de armas y una gran navaja negra de OKC.

—Arriba los brazos. —Le hago caso sin despegar la vista de sus ojos, que se mueven rápidamente por todo mi cuerpo. —Toma. —Me tiende la navaja y la acepto poniéndola rápidamente en la cinta envuelta en mi muslo.

—¿Y tú? —cuestiono cuando veo que guarda par de armas, pero sigue sin ponerse el chaleco.

—No hace falta.

—Yallah.

—En estos momentos no importa, Nóvikov —insiste con voz grave.

—Si algo te llega a pasar, te buscaré en el infierno y te volveré a matar por necio —musito con la mandíbula tensa.

—Que romántica. —Sonríe.

—Sabes que no me refiero a eso.

La presión en mi pecho me impide seguir con la conversación. No dejo de pensar en ella.

Bruno tiene que saber esconderla. Si algo le sucede, tan solo un rasguño, juro que todas me las va a pagar él, no me importa si no es culpable de ellas, me prometió que iba a cuidarla y tiene que cumplir su promesa.

—Necesito a todos los que están en el aeropuerto a mi lado. ¡Ahora! —grita al conductor. Volteo hacia el rey y sé que puede sentir mi tensión, su cara, el tono de voz y sus hombros lo dicen todo. —Te vas a Norín conmigo y la bebé, no me importa si no quieres.

—Yallah...

—Ya no eres solamente tú, Nóvikov. —Me interrumpe antes de que pueda decir algo.

Realmente no tengo nada que decir, tiene razón, es la mejor opción.

Te gusta que te gobiernen, sinvergüenza.

Saco mi celular nuevamente para llamar a Bruno cuando recuerdo que no tengo cobertura en este país y mucho menos internet. Estoy a punto de pedirle el celular a Yallah cuando de repente a través de la ventana veo como dos autos se pegan a nosotros, él se da cuenta y aun así no hace nada.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora