Epílogo.

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Neyaisav.

Dos meses después.

Debo admitir que hace dos meses estaba asustada como la mierda por este momento y terminar siendo reina de un país donde la mayoría no me quiere, pero acepté de que si tomo mucho en cuenta el cómo le caigo a las demás personas, nunca lograre estar donde me merezco estar.

Y eso es aquí, en mi boda, terminando mi coronación y disfrutando de mis logros personales con los que quiero.

A pesar de que le dije a Yallah que quería algo sin tanta gente poderosa, por distintas razones, no pudo llegar a un acuerdo, pero me prometió que apenas salgamos del palacio en nuestra "luna de placer " —a palabras de él— será única y exclusivamente nuestro momento.

Frente a mí hay un montón de hombres y mujeres importantes a nivel político, riendo y conversando sobre distintos negocios el cual desconozco. Yallah permanece a mi lado limpiando la boca llena de chocolate de la bebé, mis padres aprovechan el momento hablando con distintas personas, ejerciendo lazos, lo sé, y mis hermanas permanecen al margen de todo, específicamente detrás de la mesa de aperitivos.

No tengo ni la mas remota idea de como son las coronaciones y reuniones festivas de la monarquía, pero todo esto no parece ser tan serio y en parte me gusta que sea así.

—¿Tienes hambre? —cuestiona el hombre a mi lado y tan solo sentir su aliento en mi oído hace que los escalofríos múltiples me lleguen a todos lados.

—Quiero comer otra cosa. —Me muevo tratando de que la corona no se me caiga. Yallah ríe bajito provocando mi risa y se levanta de su trono carraspeando.

—Si me permiten... Quiero decir unas palabras. —siento mi cuerpo entrar en calor y no puedo evitar suspirar. —A mis socios, a mi pueblo y a mi esposa, reina de Norín.

La mirada de soslayo que me da hace que cosas palpiten.

—Ay no...

Irinna, Zenya, Ayzha, Lilith y mis padres me ven desde sus lugares totalmente tiesos. Bruno y Jamie observan todo con una sonrisa mientras sigue tomando de la gran botella que trajeron con ellos.

Todo esto parece tan irreal, que me dan ganas de reír.

—La vida tiene sus altos y bajos, pero nunca pensé en encontrarte en la bajada —empieza moviendo su cuerpo hasta quedar completamente frente a mí. —Y que terminarás así, siendo mi reina...

—Dime y hazme todo lo que quieras cuando salgamos de aquí, por favor... —susurro llena de vergüenza y su sonrisa tan brillante solo me confirma que mi cara debe de estar más roja que el mismo color.

Sé que lo está haciendo apropósito.

—Nunca ví la vida tan brillante hasta que apareciste. Todo el tiempo tuve la certeza de que siempre fuiste y siempre serás tú. Quizá no me di cuenta en el momento, pero ahora con toda la seguridad del mundo, digo que sí.

Los aplausos suenan por todo el palacio —levemente remodelado—, Yallah toma mi mano luego de ver su reloj y salimos hasta el patio trasero al mismo tiempo que los fuegos artificiales hacen acto frente a nosotros, iluminando la noche.

¿Qué está haciendo?

—Ahora toca la mejor parte —murmura tomándome de la cintura.

El cielo se ilumina tres veces en un rojo muy fuerte y a medida que la intensidad se disminuye, la palabra "Casper" hace su gran espectáculo, a lo confusión de todo el mundo.

—Te odio. —La carcajada de Yallah resuena en todo el patio cuando me pega a su pecho, dejando besos en mi cabello.

Qué vergüenza.

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