Después de pasar días analizando a las personas de la agencia y asegurando el que nada vaya a ir en mi contra después de irme, me doy cuenta de las personas por las cuál siempre estuve rodeada, de falsos sin escrúpulos y juzgones peores que la víctima, pero eso no fue lo que más me impactó...
Increíblemente me pone muy intranquila que un suceso como lo que le pasó a la asistente de psicóloga de aquel día, me llegara tanto hasta el nivel de que me importara, de que me pusiera triste. De tener sentimientos hacia eso.
Vaya maldita sorpresa.
No he tenido la oportunidad de conocerla mejor, y tampoco es que quiera mucho, pero me siento en la necesidad de hacerlo. Hoy me toca cuidar de ella y no me había quejado, todo esto tiene una razón y estoy más que consiente que se trata de Giancarlo.
Su accidente nos impactó a todos. Nos turnamos para observar su mejoría, cuidar de ella, aunque por momentos nos trata mal, pero es entendible. Supongo que toda su vida ha estado sola y por esa misma razón se le hace extraño ver a personas que conoce de un día para otro cuidando de ella de manera tan dedicada.
En eso estamos parejas. Tampoco me siento muy cómoda con todo este asunto.
Antes de entrar a su habitación, Bruno sale de la nada poniendo una mano en mi boca, apaciguando mi grito de susto. Lo miro asustada cuando me ve con los ojos en grande.
—¿Qué te sucede? —susurro cuando quita su mano de mi boca. Asco.
—Tengo que contarte algo. —En sus ojos se ve tal desesperación que me hace seguirlo hasta el balcón sin rechistar. Solo somos él y yo. —Estuve investigando a Aivy...
—¿Qué tú qué? ¡Bruno! —lo regaño.
Ella no ha puesto en riesgo nuestra vida, por lo tanto, es literalmente un delito usar nuestro poder bajo una persona inocente.
—Shhh...—pone un dedo en mi boca interrumpiendo mi riña. —Se que está mal, pero es realmente importante.
—¿Qué te llevó hacer eso? —me cruzo de brazos.
Se encoje de hombros, simplemente.
—Mi intuición me decía que había algo más allá de una simple cara bonita —dice y yo alzo una ceja. No estoy entendiendo nada. Bruno toma mi brazo, acercándome más a él. —¿El apellido no te suena conocido?
Pienso por un momento y... No, no sé ni cómo es su nombre completo.
Al ver mi confusión, responde:
—Aivy Juliette Martín Roy. —Ejerce un poco más de fuerza al final, sobresaliendo los apellidos.
Vuelvo a negar. No estoy haciendo ni el mínimo esfuerzo por pensar en si me parece conocido o no.
—Por Dios, Enya. —Toma mi cabeza entre sus manos. —El legado Martín Roy, la niña perdida, la clave de todo...
Mi cerebro empieza a procesar todo lo que dice y tiene razón.
Oh, mierda.
—La destrucción del apellido. —Lo interrumpo con la vista perdida. —¿Es ella?
—Te voy a soplar la oreja a ver si te llega el suficiente oxígeno al cerebro. ¿Estás bien?
Si es cierto que Aivy es el legado Roy... Podría armar el mismísimo caos en todo esto. Si Giancarlo se entera la va a matar con sus propias manos, la va a asesinar a sangre fría solo por sus principios y desatar la guerra con toda la mafia canadiense.
—¿Giancarlo sabe? —susurro acercándome a él.
—No, mensa. ¿Por qué crees que sigue viva? —señala el pasillo donde se encuentra su habitación.
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Inferno© [+21]
RomanceEnya Sullivan, miembro de una agencia secreta italiana de seguridad, decide renunciar después de un encuentro con uno de los objetivos mas buscados por su superior que desencadenará una ola de sucesos que la pondrán al límite física y psicológicamen...