Capitulo 38.

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Norín, Hamad.

03:30pm

Neyaisav

Han pasado unas cuantas horas desde que llegamos a Norín y nunca imaginé que este lugar fuera tan hermoso como en algún momento llegué a ver un poco en las fotos que Giancarlo nunca me dejaba ver.

El ambiente se siente cálido, los colores son vibrantes, el césped es muy verde y todo parece salido de película, como si de una fantasía se tratara.

—¿Irinna sabe de esta hermosura? —cuestiona Ayzha y yo frunzo el ceño.

Ella tiene a Giana en sus brazos mientras Yallah resuelve algunas cosas.

Me es inevitable sonreír cuando lo pienso y como actúa tan cuidadoso cuando está con la bebé.

—Yo sé que eso no te importa, Ayzha. A menos que tengan algo... —Suspiro siguiéndola cuando sube las escaleras.

Todo es tan... Real. No sé cómo describirlo, pero todo a mi alrededor parece de cristal, como si estuviera en una película de Barbie y todo es perfecto, brillante y sumamente limpio. Y hasta escaleras son blancas, con detalles azules y color terracota. Pff.

El techo tiene algunos detalles que puedo jurar están hechos a mano; los candelabros son de un color amarillo pálido que se integra muy bien con los cuadros —que a mi suponer son familiares, aunque no pueda ver a Yallah en ninguno de ellos—. La alfombra bajo mis pies me da pensar, ya que está tan bien cuidada que me da miedo echarla a perder con mis pies cubiertos en gaza por las cortas heridas que abrieron los escombros en la casa de Bruno.

Un escalofrió me recorre cuando recuerdo que tengo que llamarlo para saber de él. No me gusta tener que irme de un lugar cada vez que él está en el hospital. Es una fea costumbre que tiene que irse, aunque estar en ese lugar solo me traiga feos recuerdos. Sé que no soy la única.

Ayzha se mantiene en silencio hasta entrar en una de las primeras habitaciones del gran pasillo que se estira frente a mí.

Es demasiado grande y ancho.

—Dime por favor que no es hija de mi hermano —habla con rapidez y tengo que morderme el labio y fruncir el ceño para no reírme en su cara. Sabía que la sonrisa tensa era por algo.

—¿Y si es, pasa algo? —cuestiono fingiendo estar enfadada.

—Oh, mierda... —Ayzha la mira y Giana solo la sigue observando con su cara neutral. —Esto es... Oh mierda.

—Exactamente no estoy aquí porque quiera, sino más bien por ella. —Giana nota mi mirada y enseguida empieza a moverse para que la tome en mis brazos.

Sigo viendo a sus padres en una sola cara.

—¿Por qué?

Ayzha camina hasta sentarse en lo que supongo es su cama y dejar a la bebé entre sus piernas, quien comienza a jugar con sus pies y gritar al notar que no le presto atención.

El decorativo de esta no refleja en nada lo explosiva que es esta mujer. Las cortinas son moradas, junto con las sábanas de la cama, la cual es más grande que ella. Los detalles del techo son dignos de la realeza, igual que los del pasillo, pero un poco más sutiles y minúsculos.

—Su nombre es Giana Aura Costa Martin y tiene cuatro meses. —Recuesto mi hombro sano de la pared a un lado de la puerta mientras Ayzha me ve con los ojos abiertos en una expresión sorprendida.

—Mierda.

La habitación se envuelve en un silencio atrapante, lo que me lleva a pensar en mi realidad y el cómo la estoy viviendo.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora