Capitulo 39.

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Me despierto, estiro un brazo, luego otro con un poco de dolor y empiezo a sentir las almohadas a mi alrededor frías y vacías.

No me voy a acostumbrar a esto.

Ni siquiera puedo creer que soy novia de un rey, siquiera puedo creer que tengo una pareja estable que me hace sentir bien.

Un momento.

Novia.

Pareja.

Saco la lengua en una mueca de disgusto y me levanto somnolienta, veo a la habitación de Giana y la encuentro dormida, pero antes de salir de esta me cercioro de que realmente este dormida y no muerta.

Trauma tras trauma.

Se levantó tres veces en la madrugada porque tenía hambre, tuve que detener mis ejercicios para poder darle de comer.

No es justo que esté durmiendo después no dejarme dormir.

De camino al baño, siento como el hombro empieza a palpitarme de dolor. No me quejo, pero lo menos que hizo fue dolerme en la madrugada, ahora que tengo cosas que hacer, ¿me va a doler? Tampoco es justo.

Sonrío al ver tres bolsas encima del comedor al salir baño, acerco y me doy cuenta que tiene una nota.

"Mi camisa te queda mejor.

Si no te gusta algo, podemos cambiarlo a penas despiertes.

Pdt: Las flores en la cocina son para Giana, no son venenosas para ella, ya investigué.

-Tu rey."

Volteo detrás de mí al único lugar que la pared oculta de simple vista y efectivamente la cocina está llena de muchas rosas blancas, rosadas y rojas.

Voy a mí habitación y abro el clóset encontrándome con este vacío, a excepción de un montón de cremas para el cuerpo, perfumes y distintos accesorios de oro.

—Oh, mierda.

Nunca me voy a acostumbrar a esto.

Luego de vestirme y probarme cada uno de los accesorios que hay en el closet, despierto a Giana, la baño, le doy de comer y la visto con una de las prendas que encontré en su clóset. Un suéter blanco junto con un enterizo amarillo de flores y un pequeño sombrerito para ocultar su cara del sol noreño.

—Te ves ridícula. —Río y ella también, mientras juega con un peluche pequeño de jirafa. —Estas hermosa.

Giana es la niña más saludable a nivel físico que he visto a pesar de haber nacido a los siete meses. Es increíble que al cumplir los debidos tres meses luego de pasar dos en la incubadora, ya balbuceaba y reía como una niña de seis meses.

Saco algunas cosas de una de las bolsas que había en la mesa y me consigo con un perfume para bebé, el cual huele a jazmín. Le echo un poco en la ropa, la cargo sobre mí brazo bueno y salgo de la habitación, no sin antes echarle un mejor vistazo.

La habitación de Giana tiene las mismas tonalidades grises que las mías. Las cortinas son grises; la luz no cuelga, si no que permanece escondida en el techo en algún lugar de este; el suelo es de madera marrón opaca; la alfombra es de un gris más oscuro; la cuna es redonda, lo cual me gusta mucho; el móvil encima de esta es de distintas pelotitas grises y por último, pero más importante, las jirafas de peluche que aparecen a un lado cerca de las ventanas, siendo de un gran tamaño.

Son las diez de la mañana en Norín cuando salgo de la casita de Barbie y el sol está tan deslumbrante que calienta mi alma de la mejor manera posible. No quisiera acostumbrarme a esto, pero con días así y seguridad en todos lados, muy fácilmente podría.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora