Capitulo 5

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Sicilia, Italia.

—¿Qué quieres comer? —me pregunta, cambiando la película a mi lado.

—No quiero nada, Gian.

—Lo averiguaré.

Se levanta de la cama dejándome con alguna serie muy mala en el televisor frente a mí.

—¡Ilda!

—¡Yaya, tienes que comer! —grita Ilda causando una carcajada de mi parte.

La primera en varias semanas.

La verdad es que he perdido la noción del tiempo. Mi vida actualmente se resume en tomar las pastillas que Fabiola me había dado para quedarme dormida y solo tomar agua ya que las pastillas me dan mucha sed.

Aseguro que mi estado es deplorable, pero los que tengo a mi alrededor no dicen palabra alguna.

Ilda se ha mantenido más cerca de mí de lo habitual. Bruno ya ha vuelto de sus vacaciones y por lo que escuché llega en unos minutos.

Y con respecto a Michaels...

Tengo muchas llamadas perdidas de su parte, muchos mensajes sin contestar, y tampoco quiero responderle. Su presencia no es lo mejor en estos momentos.

Giancarlo sigue sin preguntarme lo que tengo exactamente, solo mantiene su distancia con respecto al caso y lo prefiero así, para ser sincera. Él se ha mantenido muy atento a mí, va a trabajar y al primer momento de su salida viene a mi casa, solo a hacerme compañía e intentar hacerme reír.

No quiero hablar, no quiero comer, simplemente no quiero existir. No me atrevo a salir de la habitación, y si no fuera por Ilda quizá estuviera llena de moscas y mojo por no asearme.

La muralla que en algún momento creé, se desvaneció por completo, se destruyó y no queda más nada de ella, solo el sentimiento de soledad de estar flotando en un lugar que no conoces, con nadie que te ayude y de nada sobre que sostenerte, con un inevitable dolor que te desarma.

Solo dejo que fluya, dejo que se quede en mi sistema haciéndome daño por dentro, causando desastre en mi interior. Cada día el miedo se incrementa más, la inseguridad es incontrolable y solo siento miedo, miedo de querer cometer alguna locura y dejar a muchos heridos detrás de mí.

El control me pesa, quiero soltarlo por completo y solo dejarme llevar por ese mal, por ese tumor que tanto me consume.

Desde mi nacimiento sabía que no era deseada en este mundo, ni por ella ni por su familia. Cuando mi madre me tuvo en sus brazos por primera vez, no me reconoció como su hija, sufrí maltratos físicos y psicológicos por su parte. Quien llegaba a socorrerme era mi hermana mayor, siempre me calmaba cuando esas cosas sucedían.

Mi verdadero nombre es Neyaisav Deva Nóvikov Sullivan y al llegar a Italia utilicé el apellido de mi padre, que nunca fue tomado en cuenta debido al poder que tiene la familia de mi madre. Ella es irlandesa y mi padre por obvias razones es ruso.

La muralla empezó a crecer desde ese entonces, desde ese preciso momento en que mi madre no me dejó irme, para seguir gozando de mi sufrimiento, de mi sangre, de mis penas y dolores.

Gracias a ella creé todo lo que me está destruyendo.

Lágrimas espesas llenas de sufrimiento bajan por mis mejillas, intento llenar mi mente con imágenes de experiencias bonitas, pero es inevitable, sigo sintiendo sus golpes por todo mi cuerpo. Y no me refiero a los físicos, los cuales fueron menores que los psicológicos.

Estiro mi mano hacia las pastillas y me tomo las dos últimas que quedan. Dejo pasar los minutos y no siento nada. Quizás estoy muy agobiada y por eso no funciona.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora