Capitulo 26.

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21 de Diciembre.

Sicilia, Italia.

09:13pm

Segunda parte.

Me mantengo en mi posición mientras escucho los gritos de Zinerva alejarse e inesperadamente paso los ojos por los cuadros que hay guindados de camino a la oficina de Giancarlo. Siento una mirada sobre mí, volteo y veo a Edward observándome con curiosidad, pasando de mí hacia los cuadros que hace segundos estaba viendo.

Quiero seguir ignorando el dolor que siento con todo esto, sé que Giancarlo está bien, algo me dice que está bien, pero... ¿Y si no lo está? ¿Sigo confiando en la seguridad que se planta en mi pecho?

Observo a Aivy subir las escaleras en silencio, quejándose, Edward sigue repasando los cuadros y Adrián permanece sentado en el sofá con la cabeza entre las manos.

—¿Por qué se dejó...? —habla mientras me levanto y me siento a su lado. —¿Por qué se dejó atrapar por ese maldito?

—Calmat...

—¡Fue él, Sullivan! —no digo ni una palabra, solo me levanto suspirando y salgo de la casa. Él sabe que está obligado a seguirme, aunque no diga nada. —Lo siento por gritarte, yo...

—¿Enserio te preocupas por él ahora y no todos estos años donde le has echado la culpa por los malditos traumas? —escupo y no me arrepiento de hacerlo, sentía que las palabras me empezaban a quemar por dentro.

Adrián se mantiene en su lugar, viéndome como si quisiera hacer o decir algo, pero no puede.

—Tienes razón —susurra.

—¡Sé que tengo la maldita razón!

—Y también supongo que sabes que hiciste bien al alejarte de él esa noche. —Su intención es bastante notoria. —Créeme que nos haces un favor a todos al irte de la agencia.

Río como si acabara de escuchar el mejor chiste de la vida.

—Claro, ahora te sientes mejor porqué ya no seré una amenaza para ti si ingresas a Ocaso. —Veo como su mandíbula se tensa y sigo con mi mega discurso. —No pierdas tu tiempo tratando de hacerme sentir mal, Adrián.

Saco el celular que empieza a vibrar por undécima vez en el día y contesto con rabia sin ver el número.

—¿Qué?

—¿Zaychik?

Me alejo de Adrián y frunzo el entrecejo al escuchar la voz de Irinna.

—¿Irinna? ¿Qué sucedió?

Es el rey... —su suspiro intensifica el nudo en mi garganta. —No sé qué sucedió, Ayzha llegó a buscarnos muy agitada sin decir nada. Lo último que dijo fue que estuviéramos preparadas pa...

Veo a los hombres armados ver alrededor moverse con rapidez, lo que hace que me desconcentre de las palabras de mi hermana.

—¿Neyaisav?

—Hablamos después, Irinna. No salgan de la casa.

Cuelgo cuando veo a uno de los hombres caminar hacia mí mientras sostiene su arma.

—Sera mejor que entre, señorita.

—¿Que sucede?

—Una red de seguridades cayó.

Sin pensarlo corro, escuchando como la voz de Aivy se hace más fuerte cada vez que me acerco a la habitación. Al entrar me encuentro cara a cara con Ayzha, la cual se ve de todo menos pacífica.

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