Capitulo 8

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Tengo que dejar de pensarla, solo me hace daño prestarle atención a mis pensamientos y emociones.

Abro la puerta de mi casa y dejo escapar un suspiro pesado. No quiero estar más aquí adentro, tengo que salir. Tomo algunos billetes y voy directo a mi auto recordando lo que sucedió horas antes y el terror que sentí hacia Aivy.

Ya hubo mucha paz en mis días.

Creo que ha comenzado la acción...

«Entro a mi casa derribando la puerta, paso los ojos por todo el lugar y maldigo en voz baja. Tampoco está.

Bruno sube las escaleras y rápidamente me avisa que no está. Él nunca desaparece de esa manera.

¿Dónde estará?

Con la preocupación creciendo en mi estómago trato de llamarlo otra vez y casi le agradezco a Dios que contestara al tercer tono. Y como era de esperarse, está con ella.

Ignoro el mensaje que llega por segunda vez en mi celular. ¿Cómo pudo burlarse...? Pf.

—¿Dónde están? —boto el aire que venía acumulando en mi interior.

—No estoy en tu casa...

—Es evidente. —Pongo los ojos en blanco cuando siento que sonríe.

—¿Con quién estás? —pregunta Bruno quitándome el teléfono, lo miro cansada. Él sabe la respuesta. —Que rico, cochinadas... —le quito el celular y nos dirigimos a mi auto con rapidez.

—¿Ella está bien?

Bruno vuelve a quitarme el celular cuando estoy a punto de colgar.

—Ya vamos para allá.

Miré por encima del hombro debido a que me sentía observada y dirijo mi mirada hacia la ventana de la cocina, deteniéndome cuando conecto con algo que no estaba ahí en un principio.

No puede ser.

Le avisé a Bruno que me esperara por un momento y entré. Al llegar a la cocina y no ver a Ilda por ninguna parte, hice sonar mis llaves y efectivamente...

Su silbido resonaba en toda la cocina. Me había parecido raro que no se me hubiera aparecido en todo el día después de la grave invocación.

—¿Has escuchado esa canción, Casper? Es cool. —Muerde la manzana observándome y yo solo pude tomar pequeñas respiraciones para tranquilizarme. —¿No tienes canela?

—Es cierto que cuando piensas mucho en una persona esta termina apareciendo como sea. —murmuré para mí, pero sé que me escuchó. —¿Qué quieres?

Dejó la manzana a medio morder en la encimera y se acercó lentamente a mí.

Me hacía la que no se sorprendía de nada, pero después de lo de anoche he estado alterada en todo momento, y tan solo verlo a él aquí hace que me haga muchas preguntas al respecto.

—Hasta ahí. —Lo detuve. Alza las manos en su defensa.

No puedo con él.

Con él sí que no puedo.

—Hablar contigo, amiga. ¿Qué tiene de malo? —Su aura es tan dominante que me hace tragar grueso.

—No soy tu amiga, Yallah. —Me crucé de brazos viéndolo. Sé que planeaba algo.

Siempre lo hacía.

Se paseaba por todo el salón con las manos atrás de su cuello mirando al suelo. Mi corazón se aceleraba aún más con cada paso.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora