Al día siguiente...
Ayer cuando llegamos a la casa de Giancarlo luego de un gran momento de incomodidad, lo ayudé a bañarse y cuidé de él mientras descansaba en una habitación. Es indescriptible el sentimiento que me recorrió al momento que Bruno llegó asustado, quería pensar que existen cosas más importantes como esa, pero al ver la cara de Giancarlo, supe que iba a ser un calvario.
Gian, quien se mantenía asustado, por momentos le veía las manos y temblaban, trataba de disimular todo diciendo que Aivy tenía su anillo y solo quería recuperarlo, pero todos sabíamos que no había ni una pizca de verdad en sus palabras.
Tuve que ignorar lo que sentía y convencerme de que, si le pasa algo a ella, no me va a afectar el como él reaccionara.
Nunca me esperé la desaparición de Aivy y mucho menos que actualmente todas las personas importantes de la agencia estuvieran en su casa, buscándola. Importante era, pero no me imaginaba que fuera tanto como para tener a todos locos.
Ayudé en lo que pude, pero tenía cosas que hacer... Sé que ella estará bien, sé que está bien y yo no lo estaré si no tomo las riendas de mis asuntos justo ahora. No hay nada que yo pueda hacer para ir a buscarla, no se quienes o quien la tiene, y tampoco voy a hacer un intento en saberlo.
Giancarlo es suficiente preocupación para ella.
Debo mantenerme al margen de todo esto y olvidarlos de una vez, no está bien que mis sentimientos lo sigan añorando.
Suspiro y avanzo hasta quedar frente al café donde veré a Ayzha. No puedo seguir pensando de esta manera cuando tengo cosas más importantes por las cuales preocuparme.
Las manos me tiemblan y sudan a la vez, no sé si es por miedo o ansiedad, lo más probable es que sea por la primera. Camino hasta llegar a la puerta y me abro paso con cuidado entre las mesas que hay a mi alrededor. Me quito los guantes negros cuando percibo el ambiente caliente que se desplaza por el lugar.
Paso la vista por las distintas mesas y sillas de colores, difíciles de ver gracias a los tan chillones colores. El papel tapiz de flores rojas mantenía un aspecto rústico sin llegar a ser feo, de el cuelgan cuadros de personas que supongo están difuntas, pareciendo muy importantes. El suelo también tiene una especie de alfombra con un estampado de flores oscuras. Extrañamente todo se ve bien pero muy intenso para mis gustos.
En lo alto veo un brazo moreno moverse hacia mí logrando que divise la melena ondulada de Ayzha. Camino hacia ella tratando de esconder mis temblorosas manos.
—¿Por qué te tiemblan las manos? —me siento frente a ella sin decir ninguna palabra y alzo una ceja al ver las donas glaseadas. —Dicen que el chocolate es muy bueno para la ansiedad.
Tomo una y la muerdo. Realmente no tengo hambre ni se me antoja nada, pero no puedo despreciarle el gesto. Me encojo de hombros restándole importancia.
—¿Cómo sabes de mi ansiedad? —esta vez es el turno de ella de encogerse de hombros.
—Mi hermano no mintió cuando dijo que sabía más cosas de ti de las que les gustaría saber —musita mientras mueve los dedos sobre la mesa. No me sorprende, pero me asusta.
—¿Entonces para que las sabe y anda detrás de mí?
—Precaución. A Yallah si le importa quién esté dentro con él o quien se relacione, se llama ser precavido.
Sé que su respuesta tiene doble sentido, pero aún no me cabe el por qué de tanto resentimiento con la agencia y por qué eso tiene que ver conmigo.
—¿A qué te refieres? —ella pone los ojos en blanco y coloca sus codos en la mesa.
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Inferno© [+21]
RomanceEnya Sullivan, miembro de una agencia secreta italiana de seguridad, decide renunciar después de un encuentro con uno de los objetivos mas buscados por su superior que desencadenará una ola de sucesos que la pondrán al límite física y psicológicamen...