Capitulo 31.

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Posiblemente solo esté siendo dramática y la herida no sea tan grande, pero duele como la mierda y estoy más cansada que después de hacer ejercicio por tres horas seguidas. Maldita sea.

—¿Puedes caminar? —niego. Yan se quita la camisa que mantenía abajo del chaleco, la rompe y trata de ponerle presión a la herida. —¿Y ahora?

—¿Crees que hiciste mucho? —me quejo, pero al poner los pies en el suelo, siento un poco menos la tensión. —Me duele un poquito.

Rebecca bufa y me ayuda a seguir caminando hasta salir de la mansión. No sé dónde está Aivy y no quiero preguntar. Nadie me quiere decir que sucedió con el rey y Costa, no me quieren responder las preguntas y creo que por los momentos es mejor así.

—De ahora en adelante van ustedes dos contra la mierda de ahí afuera, tengo cosas más importantes que hacer.

—¡Yan! —expreso mi descontento tratando de jalar de su chaleco para que se quede, pero se va corriendo como si no hubiera un mañana.

Volteo a ver a Rebecca y esta se mantiene seria mientras caminamos alrededor de la casa evitando ser asesinadas por una bala perdida. Cuando llegamos a la parte principal, vemos a Maia junto a dos hombres cargar a Aivy, quien se quejaba y sangra más de lo que quizá respira.

La impotencia y desesperación fluyen por mi cuerpo como si de una ráfaga de aire caliente cruzara por mi cuerpo al verla de esa manera y no poder hacer nada.

Ella no puede morir.

Si me hubiesen dicho horas antes de que después de la conversación que tuvimos en el patio, todo iba a ponerse peor, ni le hubiese prestado atención a Rebecca cuando me dijo que me quedara tranquila.

Alejandro, el padre de Giancarlo osó en asesinar a la madre de Aivy. Quisiera decir que desconozco la razón, pero todo fue mas que evidente. Las miradas de Zinerva con Aivy, los ojos recelosos de Alejandro a su vientre hinchado. Se dejaron evidenciar.

Cuando Maia, Rebecca y yo nos levantamos cuando escuchamos a Aivy gritar en el baño, al parecer a Zinerva las cosas se le salieron de las manos, ya que Martin había descubierto un frasco del mismo color que la pastilla que me había dado Fabiola hace un tiempo. Tal vez no fue la misma, pero sé que fue algo mas fuerte.

La madre de Martin murió, y con ella mi control.

No me guarde nada, toda la furia salió en palabras y las balas que desde hace rato tenia ganas de sacar. Le grité a Zinerva todo lo que tal vez intentaba ocultar, dejé saber que Alejandro solo era un titere de su propia madre y que Roberta solo está sufriendo por su culpa. Su esposa murió, no estoy segura si Alejandro sigue vivo, pero doy saltos de euforia al recordar la sangre que salia del pecho de su madre.

Zinerva murió y yo no puedo estar mas feliz.

Quise torturarla en dolor, pero creo que Martin siente y sintió mucho resentimiento hacia ella. La aniquilo.

Con un embarazo riesgoso. Aniquilo a la abuela del padre de su hija.

El camino hacia el auto más cercano se vuelve infinito y casi imposible por la sangre que gotea de Aivy y mi herida palpitante. Rebecca hace lo que puede para ayudarla a subir mientras yo me mantengo del otro lado de su cuerpo, más allá que aquí por la sangre que he perdido. Cuando llega mi turno de subir, escucho como le quitan el seguro a un arma e inmediatamente volteo hasta dar con el cabello rizado de Ayzha.

No puede ser.

Rebecca me suelta tratando de que la princesa baje el arma y yo caigo al suelo quejándome por la maldita herida.

Desde mi posición puedo ver cómo su cara está repleta de rasguños y como las lágrimas caen de sus ojos. Siento que mi alma deja el cuerpo cuando habla, afirmándome mi miedo.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora