Entro a la casa y tengo que aceptar que es más bonita de lo que llegué a pensar. Las paredes blancas, detalles azules y otros color terracota. Parece ser que esos colores lo hacen sentir en casa, ya que todo lo que he visto que tengan que ver con él son de ese color.
Irinna me ayuda a subir los escalones mientras por dentro voy rezando, pidiéndole a lo que sea que tenga más poder que nosotros que Hamad no se encuentre.
No quiero verlo, ni hablarle, ni tocarlo.
—¡Zaychik! —Zenya corre hacia mí y me sostengo de ella mientras Irinna se despoja de la ropa llena de sangre y se pierde por un pasillo.
Veo mi alrededor con cuidado, detallando las decoraciones y tratando de encontrar algo que me indique su presencia.
—No está aquí, Yaya. —Ilda aparece con un botiquín y le sonrío. Para mí es un alivio ver a las únicas personas que importan bien. —Vamos a curarte esto.
—Nos vamos a ir, ¿verdad? Me gusta Italia, Zaychik. —Arrugo el entrecejo al escuchar a mi hermana menor.
Ni siquiera me deja llegar y sanar completamente cuando ya está tratando de convencerme de quedarse en Italia.
—¿Cómo te va a gustar algo que no has visto?
—Me gusta la vibra que se siente. —Se cruza de brazo.
Es increíble lo tanto que se parece a mí en muchas áreas y eso solo me preocupa, no quiero que me vea como un modelo a seguir.
—¿Aquí? —Asiente. —En Sicilia. —Vuelve a darme una positiva y pongo los ojos en blanco. —No podemos quedarnos mucho tiempo, Zenya.
—Tan solo navidad y año nuevo, te lo pide —dice haciendo un puchero y veo a Ilda quien empieza a cortar el pantalón cuando me siento en unas de las sillas del comedor.
Mañana tengo que ir a la agencia a firmar mi renunciar, al hacerlo pensaba irme y no volver nunca, ya que sé de lo que es capaz el maldito de Antoni y más si se trata de algo que me importe.
La gente está empeñada de hundirme, pero desgraciadamente no lo van a lograr.
No me importa lo que haga Giancarlo, ya Aivy está junto a él, ahora me preocupa Antoni y sus malditas intenciones conmigo.
—Nos quedaremos en Italia hasta enero si nos vamos de esta casa ya. —Zenya da saltitos y me besa la frente.
—¡Irinna! —la pierdo de vista cuando corre hacia el pasillo mientras me empiezo a quejar por las heridas que aún sangran e Ilda quien me las sana.
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—No vuelvas a aparecerte como lo hiciste ayer.
—Aquí la mayor soy yo. —Irinna se mete un pedazo de pan a la boca despreocupadamente. —¿Sabes algo del arabito?
—No y tampoco quiero saber siquiera si está vivo.
—No te mientas —habla con la boca llena y yo pongo los ojos en blanco. —¿Cómo te sientes?
—Cansada —me sincero. Suspiro profundamente y me recuesto de la encimera viéndola mientras come pan con ajo como si eso dependiera su existencia. —¿Y tú?
Me mira y traga con dificultad.
—¿Te digo la verdad? —asiento tratando de no sonreír al ver su cara de sufrimiento al sentir el pan atascado en la garganta. —Me duele hasta nie.
Arrugo el entrecejo.
—¿Nie?
—Ni el culo ni la vagina, justo lo que está en el medio.
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Inferno© [+21]
RomanceEnya Sullivan, miembro de una agencia secreta italiana de seguridad, decide renunciar después de un encuentro con uno de los objetivos mas buscados por su superior que desencadenará una ola de sucesos que la pondrán al límite física y psicológicamen...