Capítulo 41.

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Parte uno.

Neyaisav.

—Todo va a salir bien —pronuncia por cuarta vez Yallah en menos de dos horas.

—La última vez que me dijeron eso con respecto a mi bebé, no terminó muy bien. —Trato de limpiar el sudor de mis manos, evitando mover mucho mi hombro, el cual después de algunos medicamentos naturales que me dio el doctor del palacio, puedo moverlo lentamente y está mejor que antes. —Me hace sentir mal el que no esté para sus cinco meses.

—Cuando esto termine, podrás estar todo el tiempo que quieras con ella.

—Si es que termino viva.

—Hierba mala nunca muere. —Le doy una mirada cansada y él ríe. —La única parte buena de la noche es que te veré bailar.

Ayer cuando Maia apareció de la nada —que me detuvo de prácticamente caer en un circulo vicioso mental toxico por haberle dicho a Yallah que lo quería—,  nos llevamos la sorpresa de que ya sabían dónde estaba Williana, o, mejor dicho, dónde estuvo todo este tiempo. Cuando Maia vio a Giana no quiso tocarla, al contrario, se alejó como si de tan solo verla viera a Aivy y la entiendo, para mí sigue siendo igual.

Por otro lado, pensé que mis sentimientos hacia Giancarlo se habían ido con él hacia la tumba hasta que Maia me demostró lo contrario entregándome dos anillos: el que él tenía siempre el cual le dio a Aivy y el matrimonio, ya que aparentemente se le iba a proponer a Martin ese mismo día. No me quiso decir dónde lo encontró, solo me lo entregó ya que, según ella, tiene más valor en mis manos.

Las pocas horas que estuve a un lado de mi Giana, las pasé pensando en cómo evitar seguir sintiendo estás cosas. Quiero paz con él, quiero dejar de pensarlo, quiero dejar de comparar el amor que el hombre frente a mí me da con el que Giancarlo nunca me dio.

Vamos de camino a Turquía, a uno de los famosos hoteles en los cuales se dan bailes privados en una pequeña habitación a solo un grupo exclusivo de personas. El rey había encontrado la manera de que yo fuera una de esas bailarinas y asesinar a Williana como yo quiera, pero que su sangre corra por mis manos.

De tan solo pensarlo me da una gran satisfacción.

Juré que la iba a proteger hasta el final de mis días, y así será.

—Esto marca un final definitivo. —Mis ojos no abandonan su cara en ningún momento. Su atención sigue en el suelo del Jet, como si tuviera algún mensaje escondido. —¿Sabes bailar?

Algo lo inquieta.

—Aprendí en youtube. —Me encojo de hombros y me acerco a él, arrodillándome. —¿Qué sientes?

—Un impulso, una frustración... Intento detener eso. —beso sus labios con suavidad tratando de traerlo al presente. —No es fácil para mi dejarte así, como un punto n blanco esperado a ser manchado.

—Te entiendo, pero puedo con esto. Es mi vida y no tienes porque sentir responsabilidad por ella.

Toma mis mejillas son suavidad y nos hundimos en un beso profundo. Puedo jurar que esa acción volvió a poner a mi ansiedad en su sitio, anclándome al único momento que existe.

—Acabemos con esto de una vez, tengo más planes para nosotros. —Sonrío y me pongo a horcajadas sobre él.

—¿Nos da tiempo para un...?

—Siempre hay tiempo para eso —me interrumpe haciéndome reír.

No debo exponerlo así, pero su manera de follarme es como si estuviera en un bendito paraíso.

Inferno© [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora