Padre e hijo.

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***
Habían hecho planes con sus amigos para darles sus invitaciones para la boda pero antes tenían que darle la suya a Masaru.

Sin embargo, en esta ocasión tuvo que ir Katsuki solo, pues su futuro marido tenía que trabajar. Así que; cuando llegó a recepción, habló con la mujer que estaba allí.

—Hola, vengo a ver a mi padre. ¿Está disponible ahora?

—Sí, justo ahora están haciendo un breve descanso de las actividades.

—Aja, ¿y dónde puedo encontrar a mi padre?

—Mire en la cafetería primero y si no está allí, seguramente esté en el jardín.—Avíseme si no lo encuentra en ninguno de esos sitios.

—De acuerdo, gracias.

Se alejó de allí y se dirigió a la cafetería.

Una vez allí, se asomó para comprobar que su padre estaba en el lugar.

Finalmente lo encontró en una mesa cercana a la ventana mientras comía un donuts y un té.

"El viejo ha mejorado mucho, incluso está comiendo por sí mismo."—Pensó muy contento mientras se acercaba a él.

—Hola, viejo.—¿Qué tal estás?

El de cabello castaño volteó su rostro y sonrió ampliamente.

—¡Katsuki!—Exclamó levantándose para abrazar a su hijo.—¡Te he echado de menos! ¿Qué te trae por aquí?

—Yo... Quería visitarte y darte una cosa.

El beta, sintiendo mucha curiosidad por lo que su hijo le traía, le dijo que se sentase con él. Cosa a la que Katsuki no se negó.

—Por cierto, hijo. ¿Quieres tomar algo?

—No, no es necesario.

—¿Seguro?—Estás embarazado y...

—No, de verdad, estoy bien.

Su padre no le insistió y Bakugou sacó de su chaqueta un sobre.

—¿Qué es esto, hijo?

—Abreló y lo sabrás.

Masaru abrió el sobre y vio la invitación a la boda.

—¡Felicidades, Katsuki!—Exclamó para después abrazarlo de nuevo.

—Gracias, papá.

Estuvieron así durante unos segundos y, cuando se separaron; Bakugou le preguntó:

—Te dejarán asistir a mi boda, ¿verdad?

—¡Claro que sí!—No me lo perdería por nada del mundo, eres mi único hijo. ¿Cómo podría no ir?

El rubio cenizo sonrió.

—En ese caso, cuento contigo.—Esta tarde se la daré a mis amigos.

—Muy bien.—¿Y cuántos invitados seremos?

—Pues... Si todos aceptan, siete invitados.

—No son muchos... ¿Por qué no has invitado a nadie más de nuestra familia?

Al aludir al resto de la familia, la mirada del omega se tornó fría.

—Ellos no se han preocupado por nosotros, ¿por qué debería tener el detalle de invitarlos a mi boda?

El mayor se encogió de hombros.

—Lo siento, hijo.

—No te preocupes, da igual.—No hablemos de esos extras.—¿Todo bien por aquí?

—Sí, bastante bien.—Intento mantener la mente ocupada, pero no puedo evitar pensar en tu madre en algunos momentos.—Desearía que ella estuviera aquí, seguro que estaría muy feliz de ver que vas a casarte y a formar una familia.—Afirmó sonriendo melancólicamente.

—Sí, ella estaría siendo muy molesta en estos momentos y seguro que estaría constantemente preguntando por mi embarazo y regañándome cada vez que hiciera algo que no le gustase.

Masaru se rio.

—Sí... Sería muy propio de ella.

Los dos sonreían de manera nostálgica recordando a aquella mujer de fuerte carácter. Ambos la recordaban con frecuencia, cosa que no era mala, mas el beta se sentía culpable cuando aparecía en su memoria cualquier momento que hubiera pasado con ella.

—Oye, viejo. Hay una última cosa que quiero decirte.

El aludido miró atentamente al más joven y dijo:

—Dime, hijo. ¿Qué es?

Sin dilación, el rubio cenizo le dijo:

—No es malo que recuerdes a la vieja bruja, así que no tienes que sentirte culpable cuando piensas en ella.

Masaru comenzó a llorar, sintiéndose liberado por las palabras de Katsuki.

—G-gracias, Katsuki.—Le agradeció sonriendo y secándose las lágrimas.

El de ojos rubí negó con la cabeza.

—No tienes que agradecerme, sólo... Sentí que debía decírtelo.

Su padre no dijo nada y simplemente lo abrazó antes de que se fuera. No supo cuánto tiempo estuvieron abrazados pero uno de los empleados del centro llamó al de cabello castaño para que retomase sus actividades.

—Adiós, Katsuki.—Nos vemos.

—Adiós, viejo.

Una vez que se hubieron despedido, el omega se marchó de allí para dirigirse al mercado a hacer unas compras pues por la tarde no podría ya que tenía planes con sus amigos.

***

Entre tanto, en el Palacio de Hielo, Touya había iniciado el entrenamiento con su padre.

—¡Llevamos dos días entrenando y no has mejorado desde ayer, cuando cada día deberías hacerlo mejor! ¡¿Acaso no ibas a demostrarme que no eres el mismo que cuando te fuiste?!

El de cabello negro apretó los puños.

—¡Cállate! ¡Hago lo que puedo, maldito viejo!

—Yo no quiero que hagas lo que puedas, sino que alcances la perfección con magia de fuego.—Y si no te ves capaz, retírate porque yo no quiero a un sucesor mediocre.

—Demuéstralo en vez de estar lloriqueando y victimizándote.

Entonces el mayor de los hermanos Todoroki activó una vez más su magia de fuego y se volvió a enfrentar a su padre.

"En esta ocasión lo lograré."

Pensó en Keigo y sus futuros hijos e imaginó la vida de la que podrían disfrutar si tenía éxito. 

"Por ellos triunfaré."—Pensó avivando las llamas de su magia, casi golpeando a Enji, siendo su movimiento esquivado por éste en el último segundo.

Esto hizo que el pelirrojo sonriera.

—Nada mal, parece que te lo vas tomando en serio.—Sin embargo, debes mejorar mucho más porque has de ser el más poderoso del reino. Tal y como yo lo he estado siendo todo este tiempo.

—Sí, continuemos.

Enji sonrió una vez más al escuchar lo que su primogénito había dicho.

—Así será.

Sin perder más tiempo, siguieron con el entrenamiento.

***

Notas finales: ¡Hasta aquí por hoy!


¡Espero que os haya gustado!




El Tritón y El Pescador [TodoBaku] +Omegaverse+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora