Duelo.

282 45 32
                                    

***

Shōto iba de vuelta a casa tras un atareado día en su trabajo como pesquero, el cual no le gustaba nada debido a que debía madrugar demasiado y, además, tenía que estar lejos de su omega durante bastante tiempo.

"Menos mal que ya puedo volver a casa."—Pensó muy contento mientras caminaba de vuelta a casa.

Sin embargo, su felicidad desapareció cuando abrió la puerta de su casa y percibió un olor que le transmitía tristeza.

—Katsuki... ¡Katsuki!—Corrió hacia el dormitorio, cuya puerta abrió de golpe.

Entonces vio a su marido acurrucado en la cama y tapado hasta la cabeza.

"¿Qué le ha pasado?"

El bicolor no quería pensar en un motivo, así que; se acercó a su esposo y le preguntó:

—Katsuki, ¿qué pasa?—Cuéntame.—Dijo mientras lo acariciaba por encima de las sábanas.

El rubio cenizo se movió un poco y sollozó.

—No llores, Mi omega. Sólo dime qué te sucede, desahógate conmigo.

Segundos después; Katsuki habló:

—M-mi padre ha... ha...

No fue capaz de acabar la frase, mas supo lo que su amado quería decirle.

—Entiendo. No hace falta que me cuentes antes los detalles ahora si no puedes.—Dijo sin dejar de acariciarlo.

No supo cuánto tiempo pasó, pero hubo un momento en el que Katsuki se removió y se quitó la sábana de encima, para mirar a su esposo con los ojos llorosos.

—Shōto, mi padre ha muerto...—Dijo abrazándose a él.

El susodicho correspondió al abrazo y acarició su cabello.

—Lo siento mucho, Katsuki.—Tu padre era un hombre bueno y agradable.

—Sí... —El único consuelo que tengo, es que no se suicidó.—Sin embargo, murió de un derrame cerebral.

El de ojos desiguales sintió tristeza al saberlo, pues sabía que a su suegro le hubiera encantado conocer a sus nietos.

"Es una lástima, él estaba comenzando a mejorar."—Pensó en silencio sin soltar a su omega.

Ninguno de los dos supo cuánto tiempo habían permanecido así, pero sus estómagos rugieron.

—Katsuki, ¿hay algo en especial que quieras comer?

—No quiero nada...

—Pero estás embarazado, debes comer algo.—Aunque sea un poco.

El más bajo sabía que su marido estaba en lo cierto, no podía privar a sus hijos de nutrientes por muy triste que se sintiera.

—Está bien... Quiero arroz.

—Vale. ¿Quieres que le ponga un poco de soja cuando esté listo?

—Sí...

—De acuerdo. Voy a preparar la comida, quédate aquí tranquilo si quieres.

Katsuki asintió y se volvió a tapar con la sábana, dejando la cabeza al descubierto.

"Suerte que hoy ha sido más dócil de lo habitual."—Pensó Shōto dirigiéndose a la cocina para preparar la comida.

***

Tras comer, volvieron al dormitorio para volverse abrazar y hablar. 

—Katsuki, quiero que sepas que voy a estar a tu lado en tu proceso de duelo.

—Lo sé y prometo mantenerme fuerte por nuestros hijos y por ti.—Pero hoy me falta fortaleza, yo... No puedo...

—Está bien, tranquilo.—Es imposible que alguien se muestre fuerte siempre.

—Supongo.—Ahora sólo quiero estar así contigo, nada más.

—Por mi no hay problema, podemos estar así el tiempo que quieras.—Dijo para después besar la cabeza de su marido.

Los dos permanecieron juntos durante horas, hasta que el omega se quedó dormido.

"Creo que este es el mejor momento para hacer las tareas del hogar."

Poco a poco; se separó del rubio cenizo suavemente para no despertarlo y salió del cuarto sin hacer ruido.

***

Había pasado tiempo desde que Nejire había intentado infringir daño en Keigo, desde que Shigaraki y Toga fracasaron en su intento de matar al omega; la furia de la sirena se había incrementado.

"Ahora que el Príncipe Touya está la mayoría del tiempo con él es aun más difícil acercarse. ¿Qué podría hacer?"

Ella nadaba por palacio cuando una criada se cruzó con Handou.

—Handou. ¿Podrías ayudarme un momento?—Preguntó la beta.

—Claro, Nakashi. ¿En qué puedo ayudarte?—Cuestionó con una sonrisa.

—¿Podrías llevarle esta sopa al príncipe Keigo?

"Mi oportunidad."—Pensó feliz.

—Por supuesto, yo se lo llevaré.

—¡Gracias, Handou!

—De nada.—Dijo sonriendo astutamente.

La omega se dio la vuelta y nadó hacia la cocina para tomar una hierba que fuera abortiva, pues esta podría ser su última ocasión.

"No fallaré."

Llegó a la cocina y agarró caléndula, la machacó y la echó en la sopa. Luego nadó rápidamente hacia el cuarto en el que estaba Keigo.

—Buenas tardes, Príncipe Keigo.—Le traigo esta sopa porque la sirvienta Nakashi me lo ha pedido.—Dijo Nejire acercándole el cuenco.

El de ojos dorados la miró y pensó:

"Ella no la hizo, así que supongo que está bien."

—Vale, dámela.

Agarró el cuenco y comenzó a beberla, algo que hizo muy feliz a Nejire.

—Gracias, Handou.

—No es nada, Príncipe Keigo.

La sirvienta tomó el cuenco para llevarlo a la cocina y sonrió de forma malvada por el camino.

"¡Por fin! ¡Me venganza! ¡Mi venganza!"

Horas después de que el rubio tomase aquella sopa, empezó a sentirse mal.

***

Notas finales: ¡Hasta aquí por hoy!

¡Espero que os haya gustado!


El Tritón y El Pescador [TodoBaku] +Omegaverse+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora