Capítulo Veintidos

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La semana empezó bastante agitada, tuve que arreglar unos asuntos en el bar ya que están haciendo los toques finales de la construcción y necesitaban mi opción para seguir, luego resolver unos asuntos del negocio y cuidar a las niñas, ya que Alejandro lleva desaparecido unos cuantos días, me dejo a mí a cargo de todo por segunda vez y de verdad ha sido un desafío.

—Hola mamá —dijo Joss y voltee.

Ahora es su palabra favorita y la mía también.

—Hola Joss, llegaste a tiempo, el desayuno está listo —informe y me miro con una sonrisa.

La ayudé a sentarse en el banquito del paredón y luego le serví un plato con panqueques y mermelada.

—Rico, gracias mami —dijo y bese su mejilla.

A veces me cuesta creer que tiene tres años, es todo una genio.

—Y yo que —reprocho Alicia llegando a la cocina y reí bajito.

—También hay para ti —dije y le serví su plato, panqueques con crema chantilly y fresas.

—Gracias Sabri y lo siento por el berrinche de ayer —susurro y la mire mientras me cruzaba de brazos.

Ayer tuvimos una discusión y como las dos tenemos un carácter del demonio fue complicado calmar las aguas.

Aunque jamás pensé que me tocaría ser la adulta responsable que corte todo por la paz.

—Solo mide tus palabras Alicia, a veces hieren sin saber.

—Trato —Me abrazo y acaricie su cabello.

—No estoy molesta, pero evita explotar así, eso molesta.

—Entendido —Hizo un saludo militar y reí.

—No trato de dañarte Alicia, solo quiero guiarte por el buen camino —concluí y besé su coronilla.

Ahora soy el ejemplo de tres niñas y intento guiarlas, pero jamás me meteré en sus decisiones, ellas tienen que tropezarse para que aprendan de la vida, sin caídas no hay lecciones.

—Buenos días —saludo Martina entrando a la cocina.

—Buenos días mi niña, como dormiste —respondí mientras besaba su mejilla.

—Bien, sin pesadillas —dijo y le serví el desayuno, panqueques con chocolate.

Me serví los mis panqueques y me senté con ellas, me moría del hambre, además del sueño, apenas hace treinta minutos que había llegado del hospital, ya que me toco hacer guardia en el turno de la noche.

Pero quería hacerles el desayuno para que se fueran con la barriga llena, sin importar que me caía del sueño.

—Te pasa algo Sabri —pregunto Martina y negué mientras bostezaba.

—Solo no he dormido —respondí y agarre el vaso del jugo, pero se me resbalo de las manos.

—La verdad Sabrina —demando Alicia y voltee los ojos.

—Tuve turno en el hospital, llegue hace media hora —confese con una sonrisa inocente.

—Y aun con el cansancio nos preparaste el desayuno —dijo Alicia y asentí.

—No me costaba nada niñas —dije y me serví otro vaso de jugo.

—Te vez cansada mami —susurro Joss y me abrazos.

Sus hermanas se miraron y baje la mirada, no habían dicho nada desde que Joss decidió que sería su madre, pero sabía que las incomodaba.

—No se preocupen por mí, ahorita duermo —dije y besé la mejilla de Joss.

Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora