Capítulo Veinticinco

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Tres días fueron los adecuados para acostumbrarme a la nueva modalidad de mi vida y de verdad fue difícil entender que pase de vivir un día a la vez a tener miedo sobre lo que pudiera pasar.

Ya que siempre fui una viajera solitaria, hacia todo lo que quisiera sin importar si podía morir, porque entendí que el miedo solo es excusa para no aventurarnos a hacer cosas nuevas y que por eso no logramos hacer realidad nuestros sueños, porque tenemos miedo a arriesgarnos.

Y agradezco ser una valiente, porque pase de vivir un amor fugaz a tener algo real, a volver a sentirme enamorada, ya que cuando todas tus ilusiones se desvanecen piensas que jamás volverás a sentirte así, pero si puedes, tal vez no será lo mismo, pero puede ser mucho mejor de lo crees.

—Madrina lo encontré —chillo Evelyn mientras saltaba emocionada.

—Pruébatelo —pidió Alicia mientras lo detallaba.

Estábamos en una mañana de chicas intentado encontrar el vestido ideal para la graduación de Evelyn.

—Hazlo —demande en un tono cariñoso.

—Bueno, ya vuelvo —accedió mientras caminaba a los vestidores.

—Perdón lo curiosa, pero ¿por qué madrina? —pregunto Samanta, la amiga de Alicia.

—Es la manera de agradecerle por darnos una segundad oportunidad —respondió Dixie, otra adolescente de la fundación, apenas tenía catorce años.

Había llegado hace unos cuatro meses de Francia, así que poco a poco la iba integrando para que no se sintiera presionada.

—Gracias Dixie, eres un amor —dije y desordené su cabello.

Nos sentamos a esperar que saliera, pero las chicas se dispersaron para observar la tienda, había vestidos muy bonitos y con diferentes estilos.

—¿Qué tal? —pregunto Evelyn mientras daba una vuelta.

Era un vestido hermoso, azul oscuro y largo hasta el piso con una abertura en el lado izquierdo, con corte corazón y tirantes.

—Aprobado —confesé con algunas lágrimas traicioneras.

Es increíble como crecen tan rápido.

—¿Madrina estas llorando? —pregunto Evelyn y negué.

—Blasfemias —respondí con una leve sonrisa y se acercó para abrazarme.

Ella se dirigió a los probadores y yo me seque las lágrimas intentado retener el sentimiento de nostalgia y orgullo.

—Andas muy chillona Sabri —murmuro Alicia llegando a mi lado.

—Ya encontraron algo —pregunte omitiendo su comentario.

La mejor cuando no quieres contestar, cambiar de tema.

—¿Es necesario? —pregunto Dixie y asentí.

—Tenemos un evento el sábado, así que todas deben verse hermosas —respondí.

—Vale iremos por ese vestido —dijo Alicia mientras agarraba a Dixie del brazo y se la llevaba.

Mire a la castaña a mi lado y estaba bastante distraída.

—Y tú también estas invitada —dije mientras la despeinaba.

Quería que fuera porque todos necesitamos sentirnos apoyados cuando creemos estar en un pozo de oscuridad.

—Sabrina de verdad quiero agradecerte —soltó Samanta y la mire.

—No deberías, yo solo di la idea, tú fuiste la valiente para afrontar tus miedos —asegure y me abrazo.

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